Capítulo 4: Decisión

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La fiesta con motivo de la celebración del nombramiento del presidente Schneizel se extendía por la mansión de los Britannia. El centelleo del aire cargado de luces y aroma eran tan fuertes que ofuscaban. Por los amplios salones, los corredores y el vestíbulo se movía la masa en tanto la orquesta interpretaba en el escenario una sinfonía de Mendelssohn. Estaban presentes todas las personalidades en el campo de las finanzas, varios militantes del partido del presidente Charles, algunos ministros, científicos, algún que otro representante del cuerpo diplomático y gente del mundo de la televisión.

Euphemia iba ataviada con un elegante vestido blanco que asomaba ver unas finas sandalias. En la cola de este, destacaban dibujos de flores bordados con hilo de seda plateada. Llevaba unos largos pendientes y el cabello recogido en un despreocupado moño que liberaba adrede un mechón, lo cual permitía admirar su hermoso cuello de cisne al desnudo. Caminaba a su lado su hermana luciendo un vestido metalizado color lila. Euphemia se limitaba a saludar a los invitados que iban llegando y acercándose a ellas, pero la verdad era que su cabeza estaba en otra parte. Se preguntaba si Lelouch había comparecido. Recorrió el lugar con la mirada hasta que identificó a un hombre de espaldas vestido con un esmoquin negro contemplando absorto un tapiz de la figura de un león dorado. Euphie tuvo una sensación de déjà vu. ¡Debía ser él!

—¿Buscas al abogado? —preguntó Cornelia cautelosa, tras debatirse para sus adentros cómo referirse al amigo de su hermana.

—Sí —admitió, ruborizándose—. Creo que lo veo. ¡Ven! Me encantaría que lo conozcas —exclamó entusiasmada sujetando la mano de Cornelia. La mujer no tuvo corazón para poner resistencia. Euphemia la arrastró consigo—. ¡Lelouch!

El individuo se dio la media vuelta al escuchar su nombre y les regaló a ambas una de sus encantadoras sonrisas. No se había equivocado. Era él. Quizás porque estaba acostumbrada a verlo en un traje negro. Bueno, no podía afirmar que no resaltaba su porte. Tan solo cambiaba un detalle: en lugar de una corbata elegante, usaba un corbatín.

—Hola, Euphemia. Ella debe ser tu hermana —dijo volviendo la cabeza hacia Cornelia—. Es un placer conocerla. Soy Lelouch Lamperouge.

Acto seguido, le ofreció la mano. Ella se la estrechó. Su apretón era firme como su mirada. Por fin, se daba el gusto de conocer a la directora general de Britannia Corps en persona. Aunque no tenía la fama de ser la mujer más hermosa de Pendragón, como su hermana, era guapa. Tenía una figura escultural. Bien pudo ser una modelo. Pero su expresión era tan rígida que un reportero podría describirla como «tallada en madera». Tenía la fama de ser una mujer de armas tomar. Algunos la llamaban «bruja». Independientemente si fue con la intención de zaherirla o no, Cornelia había acogido el apodo con orgullo.

—El placer es mío —expresó, severa—. Cornelia li Britannia, supongo que Euphie debe haberle hablado de mí como ha hecho de usted con nosotros.

—No muy asiduamente —repuso. Se dirigió a la joven Britannia—. ¿En serio, hiciste eso?

La bella y aturullada Euphemia no sabía adónde mirar. Había algo de razón en sus palabras.

—Un poco demasiado, tal vez —balbuceó.

—Euphie, tengo que ir a recibir más personas. Puedes quedarte con el abogado Lamperouge y hacer su estancia amena —anunció Cornelia de súbito, a sabiendas de que ese era el deseo de su hermana—. Espero que disfrute la fiesta —añadió a Lelouch.

Dicho eso, se retiró. Sus tacones de aguja remarcaban con fuerza sus pasos. La mirada de Euphemia se encontró con la de Lelouch que había tenido la misma intención. Su sonrisa se amplió más, divertida por la sincronía de sus movimientos.

—¿Te gustó este tapiz? Lo mirabas fijamente antes de que te interrumpiéramos.

Ambos le echaron una mirada al tapiz detrás de ellos.

Code Geass: BloodlinesWhere stories live. Discover now