Capítulo 10: Verdad

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Ni el más hermoso de los paraísos estaba exento de problemas. Euphemia tenía sentimientos por Suzaku. No iba a mentir ni rompería el beso de golpe el día anterior por otra razón. La percepción de Lelouch era que dudaba. En ese sentido, no todo estaba perdido: ella aún lo amaba. Solo que el sexo no era suficiente. Tenía que continuar seduciéndola. Ser más cariñoso y detallista. Esa sería su primera estrategia. Si fracasaba, destruiría la buena relación entre Euphemia y Suzaku. La idea le desagradaba; pero, Lelouch se dijo que las decisiones difíciles eran incómodas. Había que hacer lo necesario para alcanzar la victoria. La joven Britannia era la llave de su familia. Llevaba años trazando ese plan y esperando por el resultado. No iba a aplazarlo ni cancelarlo.

La otra complicación lo preocupaba menos en comparación. Se trataba del caso del Dr. Asprius. Era menester que Luciano fuera a testificar en la corte. No accedería porque hacerlo involucraría a Britannia Corps, a no ser, claro, que tuviera evidencia incriminatoria. Y él sabía cómo conseguirla. Ya que cuanto antes solucionara ese pequeño detalle era mejor, lo contactó por medio de Euphemia, reservó en un restaurante y lo citó allí. Estaba seguro de que la luminosidad del sitio, el límpido acabado de las mesas, el azul de los muros, los ventanales que daban a la calle y el frenético trasiego de los peatones lo harían sentirse cómodo y anónimo. Luciano no sospecharía que iba extorsionarlo o amenazarlo o armar un escándalo en un entorno bajo esas condiciones.

Cuando Luciano acudió, ya Lelouch estaba sentado frente una taza de café. Él le dedicó una mirada suspicaz. Lelouch fingió no darse cuenta. Aguardó que tomara asiento y con una seña indicó a la camarera que sirviera una taza para su invitado. Previamente, le había dicho que lo llamaba porque tenía una imagen de él captada por la cámara de un coche en la escena del crimen y que le apetecía charlar. Luciano notó que el abogado apisonaba de forma disimulada con su codo un sobre de manila.

—Hola, Sr. Bradley. ¡Vaya! ¿Qué le sucedió en la nariz? —preguntó Lelouch, haciéndose el desatendido.

No se habían visto las caras desde que él lo atacó junto a sus hombres. Ahora tenía una nueva nariz que era más grande que su cara. A Kallen le divertiría ver su prótesis grotesca.

—Nada en especial —bramó—. Bien, abogado. Aquí me tiene. Dígame qué es lo que quiere para que me pueda ir.

—Gracias por venir, primero que nada. Sé que es un hombre ocupado. Descuide, no le robaré mucho de su tiempo —indicó en un tono moroso y complaciente—. Según mi cliente, usted estaba en la casa de Sawazaki la noche que murió y que fue quien lo mató.

—Son mentiras. El asesino es él —atajó Luciano.

—¿Usted lo vio?

—No —disintió contrayendo los labios—, pero las evidencias lo acusan a él.

—No realmente. Esas evidencias son circunstanciales. Para que al Dr. Asprius lo sentencien culpable, la fiscalía debe presentar una contundente —explicó él—. Ahora bien, mi pregunta es: ¿por qué mi cliente diría esas calumnias sobre usted?

—Quién sabe —repuso Bradley ladeando la cabeza—. Solo lo conozco de lejos porque venía de vez en cuando a la mansión.

—Las personas no acusan sin razón a otras, Sr. Bradley. Cuando no tienen a quién culpar, dicen a secas: «no sé, alguien más fue» —expresó—. Además, ¿por qué un vídeo lo captura cerca de la hora del homicidio guardando un cuerpo en el maletero de un auto?

—¿Está seguro de que era yo? Quizás fue otro. ¿Son esas imágenes que están ahí? —inquirió Luciano en un intento de desviar su atención señalando el sobre con el dedo.

—Sí —confirmó Lelouch—. Mire, no me tome por policía ni fiscal. Cuando me reúno con mis clientes la primera vez, les pido que me digan la verdad. Mi trabajo consiste en defender a otros y hay veces que unas mentiras marcan la diferencia entre un veredicto de culpable y uno inocente. A mí me importa preservar mi récord de casos ganados, no si mis clientes son asesinos o incendiarios —confesó calmadamente. Luciano cogió la bolsita del azúcar del café sin abrir todavía y se la pasó entre los dedos—. Si usted mató a Sawazaki y él es su cómplice, está bien, tan solo pongámonos de acuerdo para que nuestras versiones coincidan.

Code Geass: BloodlinesWhere stories live. Discover now