03: El inicio de todo

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—¿Aceptas?

Creí haber perdido la cabeza por un microsegundo. Mi cerebro tardó en trasmitir algún tipo de señal de que seguía vivo, incluso hasta creí haber dejado de respirar, pero todo volvió de golpe como un balde de agua fría.

Un enorme balde.

¿Había sido seleccionado para servir a Aage Dorrance?

Que locura, que locura.

—Yo... —murmuré sin saber qué decir. Aage dejó de ofrecerme el bolígrafo y giró para dirigirse a una ventana.

—Tranquilo, antes de tomar la decisión tendrás que leer lo que dice el contrato—señaló con calma—. Cada cláusula es de vital importancia que la respetes y en ningún momento romper, si es así, este se anulará y dejarás de trabajar para mí en ese preciso instante. Entenderás mejor si lo lees.

El hombre a mi lado me indicó sentarme y colocó el contrato frente a mí.

—Lea con atención—pidió.

Observé a todos los presentes entre un rápido vistazo, para después dirigirme al contrato frente a mí y leerlo con atención. Era simple de cierta forma, indicaba sin dudas qué tipo de servicios tenía que cumplir, pero hubo unos grandes puntos que llamaron mi atención:

"[...] Cualquier intento de formar un lazo, una relación en medio de este documento y la presencia de un hijo será tomado como el rompimiento de las cláusulas [...]".

Bueno, era fácil de comprender, nadie quería que la futura generación de un Dorrance se formase en una clase de prostíbulo, ¿no?

"[...] Libertad a cualquier tipo de experiencia si ambos están de acuerdo [...]"

Qué considerados.

"[...] Si el Señor Aage Dorrance no lo pide, no se tendrá la obligación de uso de preservativo [...]"

¿No usar condón? Bueno, ni que fuera la primera vez que debía tener sexo sin condón. Tuve varios clientes con anterioridad que no les gustaba, aunque claramente pedía unos exámenes de enfermedades sexuales, por si las moscas.

Observé a Aage de reojo. Bueno, no creo que la futura cabecilla de los Dorrance tenga alguna clase de enfermedad.

Cuando terminé de leer el contrato quedé un momento en silencio, asimilando todo de hecho. Las reglas, mis obligaciones y la buena paga. Pero principalmente mi mente me cuestionaba si era capaz de servirle a alguien tan poderoso y famoso como Aage Dorrance. Pero ya sabía la respuesta, y más porque mi perra interior lo gritaba como si no fuera un mañana:

¡Seré capaz de aquí al fin del mundo y ningún Alfa se nos interpondrá!

Estaba decidido.

No lo dudé por más tiempo y busqué la mirada del Alfa para que me entregara el bolígrafo, finalmente firmé el maldito contrato. El abogado de Aage tomó la carpeta, asintiéndole al Alfa.

Estaba hecho.

—Espero contar contigo de aquí hasta que el contrato termine—dijo al fin el Alfa, sonriendo de una forma burlesca que yo solo entendí.

De aquí hasta que uno de los dos se aburra, ¿no?

El choque de las botellas de vidrio golpeó mi mente. De alguna forma me sentía feliz, exitoso al haber conseguido un trabajo deseado por muchos, pero al mismo tiempo sentía que acababa de asegurar mi muerte entre un millón de posibilidades.

—¡No sabes lo feliz que estoy por ti, Claude! —decía Verónica con emoción—¡Ah, perfecta ocasión para beber unas buenas cervezas!

—No es para tanto, Vero—Le dije sin importancia, bebiendo con tranquilidad.

RiotWhere stories live. Discover now