14: El rey de la mala suerte

233 43 25
                                    

No podía explicar las sensaciones que tuve en ese momento, eran un revoltijo que me sacudían desde dentro. Pero Aage simplemente se había quedado fijo en su lugar, sin quitar sus ojos de mí y alguna clase de expresión facial que lo delatara.

Era, simplemente, un hombre vacío.

—¿Estás seguro? —se limitó a preguntarme con voz queda.

Mis nervios acabaron en ese momento, justo cuando solo me dediqué a mirar esos ojos.

—Lo estoy—aseguré.

No me preguntó el porqué, no titubeó, simplemente asintió y se giró.

—Está bien, mandaré a mi secretario para que den fin al contrato.

Y en un abrir y cerrar de ojos, todo había acabado.

Era engañarme a mí mismo si decía que solo quería que se largara, pero estaba seguro de que deseaba con todo mi ser que dudara, que me preguntara si no me había vuelto loco o el porqué.

Pero Aage solo aceptó y se marchó.

Desde el primer momento que supe que era libre de ese contrato, que ya no trabajaba para el Alfa, mi vida se tranquilizó. Ya no sentía una ansiedad que me corroía, o la sensación de cómo reaccionaría si volviera a verlo debido al contrato. Lo único que pesaba y odiaba, era que mi Omega se había deprimido un diablo, pero debía aprender, debía ser orgulloso como la perra arrastrada.

Debía retomar mi vida y sepultar mis sentimientos.

No volví a ver a Aage Dorrance desde entonces, ni siquiera en el mismo Blane's. Desapareció y fue la mejor decisión que había tomado. De igual forma con la que acabé con ese sufrimiento, opté por disminuir la cantidad de horas de trabajo en el recinto y empecé a mandar mi curriculum a lugares relacionados a lo que había estudiado y titulado.

Ya era hora, iba a empezar a trabajar en algo que me mantendría hasta mi jubilación. Tampoco iba a negar que lo hacía para darle un buen descanso a mi cuerpo, puesto que habían sido ya cuatro años de sexo casual, recurrente, sin sentimientos y con diversas personas.

No era malo tener una vida sexual activa, pero sí cuando era demasiado. Si seguía así, ese acto tan placentero ya no me provocaría lo mismo.

Ya no significaría nada.

Iba a cambiar.

—¡Finalmente, otro año universitario acabado! —exclamó Luke con evidente emoción. Sonreí ante su logro, como toda madre orgullosa.

—Felicidades—comentó la tetona, ofreciéndole una cerveza.

Era tarde, ya había acabado nuestra jornada de trabajo y nos habíamos reunido en nuestro clásico bar para beber y celebrar como se debía.

Génesis abrazó a Luke.

—¡Sabía que podías lograrlo! —Le decía la peliazul—. Eres inteligente a pesar de parecer un idiota.

—Gracias, yo también te quiero—soltó con evidente sarcasmo, provocando que ambos rieran y compartieran un simple y rápido beso.

Al menos Luke lo había logrado, se había declarado a Génesis y ella aceptó gustosa. No tardaron en volverse una pareja relajada y animada.

Y la verdad, ellos se veían muy bien juntos.

Estaba feliz por los logros de Luke.

—¿Y cómo está la búsqueda de un nuevo trabajo? —me preguntó Vero, sirviéndome una nueva ronda.

RiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora