22: El sacrificio del Alfa

284 39 26
                                    

—Estoy embarazado, Aage—solté de golpe—. Y no, no es tuyo.

Aage se había congelado frente a mí, demostrando claramente su impacto ante mi noticia. Me abracé con cuidado, haciéndome cada vez más pequeño en mi lugar, preparándome para su reacción.

—¿Cómo que no es mío, Claude? —preguntó a duras penas—, ¿tú...?

Oculté mi rostro entre mis brazos, sintiendo las ganas de llorar asomándose en mi interior al igual que el molesto nudo en la base de mi garganta.

Debía ser fuerte.

—Me acosté con otro hombre—admití.

Sentí su silencio, su vacilación. Aage se encontraba incrédulo. Lentamente salí de mi escondite, haciéndole frente, esperando paciente su respuesta, pero él solo fue capaz de preguntar:

—¿No vas a abortarlo?

De cierta forma me había hecho gracia, pero no podía reírme en una circunstancia como esta, menos cuando mi corazón ardía ante mi dolor, ante la simple idea que había perdido todo ante mi mala suerte.

Iba a perder a Aage para siempre después de esto.

Bajé mi mirada hacia el suelo.

—Lo intenté, pero...—empecé a murmurar, recodando las palabras del Doctor Lee—: ya cumplí las semanas dentro de lo permitido, Aage. Además, ya no trabajo en Blane's, no tengo ninguna clase de opción para deshacerme de él legalmente...

Y, aunque quisiera hacerlo ilegalmente con mis propios métodos, no podría. El Doctor Lee evaluó mi cuerpo descuidado y débil, advirtiéndome que el obligarlo a soportar algo tan duro como un aborto me iba a destrozar y, probablemente, podría morir con ello.

No tenía escapatoria.

Me sentí tan miserable en ese momento, teniendo que darle una explicación a Aage después de terminar nuestra relación de tal forma.

Quería volver a romperme.

Mi pecho seguía doliendo, al igual que mi mente. Podía sentir la pesadez y mi desesperación en busca de una opción, un camino de emergencia para no sentirme tan mal en mi estado, pero no hallaba nada.

Me había embarazado nuevamente, sin la oportunidad de acabar con ello.

Divagué entre mis pensamientos; los cálculos del Doctor Lee eran aproximados, pero tenía la pequeña esperanza que esté equivocado, y que, tal vez, fuera de Aage, solo...

—Quizás... exista la posibilidad de que sea tuyo—balbuceé, esperanzado. Intentando convencer a mi mente de que era posible—. Nosotros éramos bastante activos, y antes de terminar nos acostamos. En esos últimos días no tuve un buen control de mis pastillas, y tal vez...

Aage me dio la espalda, pasando su mano por su rostro.

—¿Aage? —pregunté.

El Alfa volvió hacia mí, apretando el puente de su nariz.

—Es imposible, Claude—habló, causando que perdiera el color del rostro. Quitó su mano de su rostro, observándome fijamente: —. Ese cachorro no es mío.

Un enorme agujero se formó en mi estómago ante su declaración, ¿Cómo que era imposible? Me moví inquieto en el sofá, necesitado de una explicación.

—¿Por qué? ¿por qué dices eso? Acaso... tú—pero Aage me detuvo, alzando una mano.

—No—negó antes de que me hiciera alguna idea—. No, no soy estéril. Claude, yo bebo anticonceptivos para Alfas. Por alguna razón no pudiste embarazarte de mí cuando lo intentaste.

RiotWhere stories live. Discover now