09: Experiencias

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—Ven aquí.

Seguía con dolor de cabeza al momento de despertar, pero, gracias al cielo, era algo mucho más soportable que la noche anterior. Gruñí, removiéndome en mi lugar de la cama con evidente molestia.

Quería morir.

Había dormido como muy pocas veces lo había hecho, dormir de una simple y pura sentada hasta la mañana siguiente. Observé mi habitación, se encontraba tan vacía si no fuera por la simple cama y el mueble de mi ropa.

Mi celular vibró, nuevo mensaje.

"¡Que suerte tienes! Espero que cuando vuelvas aquí me cuentes todo lo que viste, con cada detalle"

"Y no quiero excusas!"

Me reí levemente, aún soñoliento. Este Luke.

Disfrutaba tanto el tener un día sin nada que hacer, era tan relajante para mi persona. No voy a negar que extrañaba mis días universitarios, donde no dormía ni un poco por los trabajos y exámenes. Tampoco negaré que el Claude del pasado me golpearía al verme ahora, siendo un prostituto con el diploma acumulando polvo.

Pero la verdad, disfrutaba el darme un tiempo sin mantenerme en una rutina tan cerrada como sería el aplicando mi carrera. Sabía que en un futuro lo haría, pero está bien el descansar antes de encadenarse a una sola cosa.

Hablando de encadenarse a un trabajo, no supe nada de Aage durante el día, ni de la fiesta en las redes sociales, más que lo que consiguieron los periodistas en la entrada de la mansión de Asher Hawk.

Asher.

Deseé con todas mis ganas reprimir la imagen de Asher acorralar a Aage, pero esta consiguió invadir mi mente con todo su esplendor. Creo que me alabaré por mucho tiempo, el no haber soltado un chillido en ese instante era casi imposible.

Mi sentido de vieja chismosa se activó ante la idea de buscar información sobre el par, pero lo retuve. Sabía que si lo hacía me comería la cabeza más de lo que ya estaba.

—Sus vidas no te importan, Claude—me recordé.

Y me lo repetí por un montón de tiempo.

Me quedé en la cama sin nada más que hacer, preocupándome solo por el hecho de comer y tomar mis medicamentos para ir a trabajar al día siguiente.

Y, como ya me era costumbre, Verónica me recibió con una enorme sonrisa. Mi sentido arácnido se activó, eso no era bueno. Ella siempre tiende a sonreír de esa forma cuando quiere molestarme.

—Buenos días, Claude—saludó.

—¿Ahora qué quieres, Vero? —pregunté con mi clásico humor de perros.

—Sí, yo también te quiero—siguió hablando la Beta, asintiendo de forma leve y seguida.

Rodeé mis ojos, consiguiendo que la chica me observase divertida.

—Siempre tan agradable, Clau—dijo esta, pero justo en el momento que se veía decidida a contarme la noticia, unos brazos rodearon mi cintura con esmero.

—¡Claude! —exclamó Luke—, ¡Qué gusto volver a verte! El día de ayer estuvo bastante solitario sin tu compañía.

—Hola, Luke—saludé con tranquilidad. Verónica carraspeó.

—¿Qué? ¿Lo saludas a él y a mí no? —preguntó haciéndose la ofendida, colocando sus manos en su cadera.

Me volví hacia a la Beta.

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