39. Presentando a mi novia

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—¡¿Cómo está Sophie?! ¿¡Y los bebés!? —no sabía por quién preguntar primero cuando me contestó al teléfono

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—¡¿Cómo está Sophie?! ¿¡Y los bebés!? —no sabía por quién preguntar primero cuando me contestó al teléfono.

—Sophie nos dio un gran susto. Tuvimos que hacerle una transfusión. Está en recuperación.

Me tranquilicé con la explicación. Descifrar el tono de Ian era difícil, sonaba tan neutro y cansado que no sabía si me iba a dar buenas o malas noticias.

—¿Y los bebés?

—Nacieron prematuros y con muy bajo peso —. Escucharlo me transportó al hospital un año atrás, cuando mi padre, en estado de shock, me había dicho exactamente las mismas palabras—. Pero esta vez hicieron madurar sus pulmones a tiempo. Están sanos. Tres pediatras me juraron varias veces que estarán unos días en la incubadora hasta ganar peso y luego nos los llevaremos.

El alma me regresó al cuerpo. Esta vez todo salía bien. Estaba seguro que Ian daba tantas vueltas a propósito solo para asustarme.

—¿Y qué son? Ya nacieron, ya debes decírmelo. Te referiste a ellos en masculino así que son dos varones o al menos uno lo es.

—Sí, ¿sabes que ese es un problema del español? No hay forma de hablar en género neutro. —Ian de nuevo empezó a dar vueltas. Cómo lo odiaba.

—¡Deja de hablarme del español y muéstramelos!

Ian cambió a video llamada y me enfocó lo que claramente era una incubadora. Candela miraba desde atrás de mi espalda, estaba interesada, pero no quería ser inoportuna.

—Él es Aaron, nació primero. —En la pantalla distinguí a un pequeño bebé rosado con un poco de cabello negro vestido de blanco.

—¿Aaron? ¿Lo llamaste Aaron?

—Sí, es un nombre genial, ¿qué tiene?

—Hay nombres mejores, como no sé... Tiago. Aun estás a tiempo de cambiarlo.

—No voy a ponerle tu nombre a mi hijo, luego saldrá como tú. —Ian se enfocó a él mismo.

—Muéstrame al otro —le exigí. —Ese sí se llamará Tiago.

—No, porque es una niña, se llama Lily. —Movió el celular hacia otra incubadora, donde vi a un bebé también de cabello negro vestido de blanco. Era un poco difícil distinguir cuál era cual, pero pensé que con ellos no tendría el problema que había tenido con mis hermanos, ya que bastaría con mirarles debajo del pañal para diferenciarlos.

Ambos me recordaban a mis hermanos cuando habían nacido, muy pequeños, pero a diferencia de Nicolás, no eran tan diminutos, su piel era rosada y se notaban saludables.

—Verás que el karma hará que Lily sea como yo.

—¿Promiscua?

—No...—dije mirando con disimulo hacia Candela, no era un adjetivo correcto para calificarme frente a mi novia—. Será bella, inteligente y carismática.

Un regalo Para GreciaWhere stories live. Discover now