37. ¿Por qué eres tan tonta?

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No dormí en toda la noche

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No dormí en toda la noche. Al amanecer tampoco quería levantarme de la cama. Repasaba en mi cabeza lo ocurrido el día anterior. ¿Yo había tenido la culpa? Había sido una muy mala experiencia, y solo podía pensar qué había hecho mal. No estaba segura de qué hacer. Sabía que eso era algo que jamás le contaría a nadie, pero... al mismo tiempo guardarme tanto me estaba envenenando por dentro.

Unos días atrás no esperaba por crecer y tener dieciocho de una vez. Tomar mi pasaporte y subir al primer avión que partiera. En ese momento quería retroceder en el tiempo. Tener diez años de nuevo. Estar en mi casa, con mi hermano, ir a mi colegio, jugar con mis amigos en el recreo. En ese tiempo, soñar con estar con Tiago en un futuro era lo más complejo que había en mi vida. Y ahora, con diecisiete años, había fracasado en todas mis relaciones, incluso en la que había logrado formar con Tiago. ¿Entonces era yo la del problema?

Reuní valor para prender mi celular. Quería dejarle un mensaje a Luka. Ya lo había arruinado horriblemente con Tiago y con Emily y estaba segura que con Luka no tendría nada más nunca, pero aun así quería decirle lo que sentía. Al entrar a Whatsapp me di cuenta que el ultimo de mis envíos a Luka era una fotografía: La que él me había tomado en su casa. De inmediato la borré, pero no sabía si era muy tarde. Él me había engañado, me había dicho que esa foto la tendría solo yo, pero se la había mandado. Quise escribirle algo y me di cuenta que me había bloqueado. Rápidamente busqué sus otras redes sociales, por las que habíamos hablado alguna vez y no podía ver ninguna. Me había bloqueado de todo lado.

Era tonta, tonta, ¿por qué era tan tonta? Por supuesto que me había engañado. Cómo podía haber creído que se interesaba genuinamente en mí. Si al final solo era una niña estúpida que le rogaba cariño a todos. Entré con otra cuenta y busqué en sus videos. En los que aparecíamos juntos ya no estaban, y había uno nuevo, de la fiesta del día anterior. Agarré valor para mirarlo, fui saltando partes, no era muy largo y me di cuenta que yo no aparecía en absoluto. Todas eran tomas realizadas en los momentos en que nos habíamos separado. De pronto fue como si todo lo que había sucedido había sido un sueño, algo que yo había imaginado y que jamás había sucedido. Hasta dudé de la realidad un momento. Y hubiera preferido que eso hubiera pasado. Que todo hubiese sido un producto de mi imaginación, porque la realidad era, que ese chico me había mentido y yo había caído como la estúpida que era.

Vi los comentarios, en ninguno se me mencionaba tampoco. Había uno de Erick:

"Para tus veinticinco la rompemos!"

Veinticinco... de inmediato busqué el nombre de Luka en Google y hallé algunas páginas con su biografía. Todas coincidían en lo mismo. Él tenía veinticuatro y cumpliría veinticinco la siguiente semana, no tenía veintidós como me había dicho. Y claro, yo, como la gran imbécil que era, jamás lo había comprobado, siendo que era algo tan simple de encontrar.

"Por supuesto no tenía veintidós, ni tu pareces de diecinueve y claro que no eres interesante ni madura ni especial ni nada de lo que te dijo. Por eso nadie te soporta". Me dije a mi misma mirándome al espejo. Él solo buscaba sexo conmigo y obtuvo muy mal sexo.

Ya no quería ser una niña de nuevo, ya no quería ser mayor, solo quería desaparecer.

Me di cuenta que todavía llevaba la pulsera que me había regalado. Fui hacia el cajón de mi escritorio y saqué un cutter. Sin pensarlo corté la pulsera a la mitad. Seguro era una tontería comprada en la calle que no tenía ningún tipo de valor. La tiré al suelo y me quedé con el cutter en la mano. Por un momento me imaginé deslizándolo por la piel de mi muñeca. Puse el filo contra esta, la presioné, no muy fuerte; no sentía nada, así que lo hice con más fuerza y luego con más. Fui hundiendo el filo en mi piel hasta ver salir las primeras gotas de sangre.

El sonido de una video llamada me interrumpió. Guardé rápido el filo y tomé un par de pañuelos desechables para cubrirme la herida, no era profunda, pero seguía sangrando.

Miré hacia la laptop, era Samy, quien solía llamarme antes de ir al colegio.

—Hola, ¿cómo estás? ¿Qué tal el fin de semana, hiciste algo? —me atacó con preguntas.

—Bien, fue un poco aburrido —respondí rápido, ocultando mi brazo lastimado debajo de la mesa.—¿Qué hay de ti, qué hiciste?

—Nada interesante, pero te llamé pasara saber de ti. Como estás. ¿Te sientes bien? —Samy siempre se mostraba muy preocupada, era como si cada vez que me llamara esperara convencerme de decirle que no estaba bien, pero ahora menos que nunca lo iba a hacer.

—Sí, ya te dije, todo bien. No hice mucho.

Nos quedamos en silencio un rato. Por un momento consideré contarle a Samy lo que había pasado en verdad, pero cambié de idea de inmediato, si ella se enteraba se lo iba a contar a mi hermano y a los padres de Daniel; estaba segura, y todo sería un problema. No quería ser un problema para nadie. Pero sí quería terminar de resolver algunas cuestiones.

—¿Samy te puedo hacer una pregunta muy personal?

—Pues claro. Qué pasó. —Se mostró muy curiosa.

—Cuando tuviste sexo la primera vez... ¿te dolió mucho? —le pregunté con algo de vergüenza.

—¿Por qué preguntas eso? ¿ya lo hiciste? ¿O piensas hacerlo? —frunció el ceño—. ¡Por favor no me digas que planeas nada con Luka!

—No, no. No es nada de eso. Es que el sábado hablábamos del tema con unas amigas, y una decía que le dolió muchísimo y no lo disfrutó nada y pues... no sé, en algún momento pasará conmigo y quería saberlo de alguien que ya había tendido esa experiencia. Pero no hay nada con Luka —me apresuré a decir—. Ya ni hablamos.

—Menos mal, ese chico no me gustaba nada. —Suspiró—. Respecto a lo otro. Pues sí me dolió un poco al inicio, pero luego pasó y se sintió bien. No fue magnifico porque estaba muy nerviosa y no sabía qué hacer, pero las siguientes veces fueron mucho mejor. Aunque sea la primera vez se supone que debe gustarte. Si te duele demasiado, deberías decírselo al chico, para que pare, porque no debes estar bien lubricada.

—Entiendo... y cuando acabaron, ¿Daniel te dijo algo?

—No lo sé, no lo recuerdo bien. —Se apoyó mejor contra el respaldar de la silla mientras pensaba—. Creo que me preguntó si me había gustado o si me sentía bien y luego dijo que vayamos a comer... ya sabes como es.

—Sí —fingí una sonrisa. —Le diré a mis amigas. No que tú me lo dijiste, pero bueno, ya sabes, que no debe doler y eso...

—No soy una experta. Imagino que cada quien lo vive de diferente manera, pero creo que si te arrepientes es que no fue una buena experiencia y debes planteártelo. Pese a los nervios y la inseguridad al acabar yo me sentí muy bien y con ganas de repetirlo. Ya me tengo que ir, ¿me llamas en la tarde?

—Sí, te llamo —le respondí y apagué la cámara.

Revisé mi herida, por suerte había dejado de sangrar. Fui a darme una ducha, en la noche me había quedado más de una hora bajo el agua, como queriendo borrar de mi piel la sensación del cuerpo de ese chico sobre el mío. No importaba cuanto tiempo estuviese bajo el agua, parecía que jamás se borraría.


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