11. El corazón de mi hermana

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Mis padres no tardaron en llegar y me incentivaron a ir a comer algo dado que la espera sería larga

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Mis padres no tardaron en llegar y me incentivaron a ir a comer algo dado que la espera sería larga. Con todo lo ocurrido ya había olvidado hasta el hambre y la resaca. Mientras esperaba que me sirvieran algo en la cafetería de la clínica me puse a revisar mis redes. Obviamente ya había un video mío de la noche anterior. Alguien lo había filmado. Encontré tres videos diferentes. Uno que se había viralizado primero, en el cual se me veía un poco ebrio... o bastante, no recordaba haber tomado tanto, golpeando al tipo que había intentado besar a Tamara. Viendo solo esa parte sin saber el contexto no me veía nada bien. Pero afortunadamente no tardó en aparecer un segundo video, que mostraba la historia más completa. La filmación empezaba conmigo levantándome del suelo tras haber recibido el golpe. La gente se formaba a nuestro alrededor y respondía como en el video anterior. Esos pocos segundos extra demostraban que yo solo me defendía. Los miles de comentarios a favor y en contra no los pensaba leer. Pero sí hallé un video más y casi me atraganto con mi propia saliva al ver que provenía de la cuenta de Evan. Era un video de una de las cámaras de seguridad del Pub, donde se veía como ese tipo le daba una palmada en el trasero a Tamara y en el instante en que ella se daba la vuelta para reclamarle la jalaba del brazo con la clara intención de besarla. Ahí es donde yo aparecía a defenderla. Gracias a ese video, no quedaba como un pobre ebrio que se defendía del ataque de otro, sino como un héroe que defendía a una chica. Bien, debía agradecerle a Evan, tengo claro que él no estaba en la obligación de postear nada. Al menos así tenía un panorama más claro de lo ocurrido la noche anterior y eso me sirvió para distraerme un momento.

"Gracias", le escribí al privado y él me dejó en visto.

Después de embutirme la comida regresé a la clínica. Mi padre hablaba con un médico, ambos se veían serios y mi corazón se aceleró a la espera de una mala noticia.

Cuando llegué hacia ellos el médico se retiró y me dejó a solas con mi padre.

—¿Sophie está bien? —le pregunté nervioso, sin estar seguro de querer saber la respuesta

—Ella está bien, acaban de subirla a la habitación, ya salió de recuperación. —Sentí un alivio automático, hasta que mi padre continuó hablando—. Pero el bebé...—se calló, y evitó mirarme a los ojos.

—¿Qué le pasó? ¿está bien, verdad?

— Es demasiado pequeño y al parecer sus pulmones no se han desarrollado bien. —La voz le empezó a temblar, al igual que mis piernas.

— ¿Pero, está vivo?

— Sí, de momento. El pediatra no cree que pase la noche.

Solo puedo recordar una vez en mi vida en la que sentí que el mundo se acababa para mí. No escuchaba lo que mi padre decía. Simplemente no sabía cómo reaccionar. De pronto lo único que quería era abrazar a mi hermana y asegurarle que todo iba a estar bien.

—¿Puedo ir a ver a Sophie?

—No es una buena idea. Está bastante nerviosa, solo dejaron que tu madre e Ian estén con ella. Pero podemos ver al bebé.

Un regalo Para GreciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora