Pesadillas.

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Todavía seguía en shock, no podía creer que realmente estaba en Paris, había soñado con esto desde pequeña.

Gracias – murmuré contra el pecho de Justin, podía sentir como su sonrisa se agrandaba.

Sabes, podrías agradecerme de varias formas – movió sus cejas de manera coqueta ganándose un empujón.

Era de noche y hacia bastante frio cuando salimos del aeropuerto. No nos costó tomar un taxi lo cual fue bueno, no tenía ganas de estar parada. Vi como Justin le daba la dirección del hotel al señor que iba manejando el francés, era increíble verlo hablar otro idioma, casi cautivante.

Me apoyen en su hombro y el paso su brazo atrayéndome más a él, mientras observamos cada detalle de esta ciudad.

El viaje se hizo más corto de lo normal, mire hacia el hotel, se veía increíblemente lujoso y caro. No quería saber cuánto le había costado a Justin pagar esto, me sentía realmente mal por hacerlo gastar tanto dinero.

No tenías... - murmure mirándolo.

Debes ver las vistas, son increíbles – sonrió ignorando mi comentario.

Lo acompañe a registrarse y en eso llego uno de los botones del hotel y metió nuestras maletas (o mejor mis maletas) en un carrito.

Se veía simpático y joven.

Me sonrió haciendo que Justin sacara todo su lado sobreprotector que llevaba dentro.

Tomo fuertemente mi mano y la enlazo con la suya y siguió al chico mientras murmuraba palabras no tan lindas.

Finalmente llegamos al último piso, nuestra habitación era la última del pasillo.

Gracias – le sonreí al chico intentando ser cortes, el me devolvió la sonrisa mientras dejaba las maletas en el piso.

Yo las entrare – gruño Justin mientras metía una tarjeta haciendo abrir la puerta. El chico sonrió mientras se daba la vuelta.

Justin agarro las maletas y las tiro dentro de la habitación.

Hey, tengo cosas importantes ahí dentro – le dije mientras fruncía el ceño.

Entonces ve y dile a sonrisitas que te las entre – respondió de mala gana mientras encendía la luz.

 Wow, la habitación era increíblemente grande, en especial la cama. Era de un color blanco con dorado.

Es hermosa – susurre sin habla.

Ven sígueme – hablo mientras abría unas grandes ventanas que conducían al balcón dejando ver a la torre Eiffel. Mis ojos se agrandaron. Era definitivamente el mejor lugar.

Santa mierda – fue lo único que salió de mi boca, mientras escuchaba la risa de Justin.

Esto debió costarte un montón – dije luego de salir de mi transe.

Tu expresión... lo vale – me abrazo por la cintura mientras besaba mi frente.

Tome su mentón con una de mis manos y lo acerque a mí, suavemente lo bese, subiendo hasta sus labios. El me apretó mas a su cuerpo, sus labios sabían a dulces. El beso fue lento, sin preocupaciones.

Nos tuvimos que separar por la falta de aire, nos quedamos mirando durante minutos, que parecían horas.

Sus ojos, era de un suave color miel, que te envolvían. Podría pasar toda mi vida mirándolos.

Es mejor que descansemos para mañana recorrer la ciudad – susurro mientras juntaba nuestras frentes.

Eso estaría bien para mí – sonreí.

Me desperté por unos murmullos de Justin, me debatí en despertarlo o no. Lo observe por algunos minutos más viendo cómo se iba intensificando más el sueño, ahora gemía y se movía.

Me gane arriba de él tratando de despertarlo, fallando en el intento, tenía su ceño fruncido y el cuerpo tenso.

Justin, tienes que despertar bebé – lo moví de un lado a otro.

De repente se levantó, haciéndome caer al duro piso.

Joder, joder, joder – me tendió una mano ayudándome a levantarme, estaba sudando y caliente.

¿Estás bien? – preguntamos los dos al mismo tiempo.

Tu primero – dije.

Si... solo tuve una pesadilla– murmuro atrayéndome a su pecho.

Lo abrace dándole confortabilidad, el necesitaba saber que yo estaba para él.

No hablo más de eso durante la noche, parecía encerrado en sus pensamientos y por mucho que quería saber lo que pasaba por su mente, no lo forcé a que me digiera.

Él tendría que aprender a confiar en mí.


Dulce Oscuridad ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant