#Ganadora: Nericia2004

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Aquella sería la última vez que observaría la manera en la que los colores morados y anaranjados  del atardecer al combinarse con las montañas, desaparecían junto a mí en el coche

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Aquella sería la última vez que observaría la manera en la que los colores morados y anaranjados del atardecer al combinarse con las montañas, desaparecían junto a mí en el coche. Recuerdo aquel anochecer como si fuera ayer, sentía el corazón empequeñecer en el pecho al mismo tiempo que me desvanecía de allí. Si hubiera algo que jamás me olvidaría sería, sin duda, aquel sufrimiento desgarrador.

Una húmeda y perfecta lágrima recorrió todo mi rostro ante el recuerdo de aquel hombre, no sé y nunca llegaré a estar convencida de mi decisión, de si hice bien al irme de aquel diminuto pueblo, sin embargo, no me arrepiento en absoluto de aquello, él me había mentido como si nada y yo, le había conferido mi corazón a cambio de su traición. Sin embargo, al tiempo que veía cómo el pueblo se perdía, su imagen me vino a la mente. Su cabello casi tan blanco como la nieve, siempre moviéndose junto al viento esparciendo el fuerte olor de su perfume cuando lo agitaba lleno de euforia al ritmo de la melodía del instrumento. Me encantaba cada una de las canciones que me componía, eran pura magia. Ambos, éramos fanáticos del rock y desde entonces Rick me dedicaba cada una de sus canciones, siendo evidente que en realidad y aunque sus labios venenosos me juraban amor, su corazón estaba con otra.

Otro golpe en el pecho produjo que rompiera en llanto dentro del monovolumen, agarré el volante con todas mis fuerzas para que su traición doliera menos, incluso, desapareciera. Recuerdo que apreté los nudillos hasta el punto de que estos tomaron un color blanquecino, grité allí, sola junto a la ya, casi completa noche. Hacía demasiado frío aún siendo verano el frío que emitía el ventilador era desagradable, demasiado aunque en aquel instante no concebía ningún otro tipo de dolor.

Será la última vez que volveré a dejar que aquel hombre invadiera mis recuerdos y mucho menos, me hiciera sufrir.

Cuando llegué a Madrid ya me encontraba mejor y me aliviaba el hecho de que las montañas fueran sustituidas por los edificios de la ciudad y el color naranja del cielo por la negrura de la noche, sin duda fueron de ayuda para calmar el sufrimiento. Me dolía la cabeza de todo el rato en el que no paré de llorar, sintiéndome como consecuencia de este hecho un auténtico zombie.

Entré al caluroso apartamento. Por fin sentía el calor de una auténtica noche de agosto en Madrid en vez de las frescas del pueblo. No había nadie en casa, así que decidí no deshacer las maletas, sino irme a dormir para poder ir a trabajar al día siguiente.

No tuve sueño alguno durante la primera mitad de la noche, en la que el cansancio me venció por completo. Dormía profundamente, en ropa de calle, encima de la colcha sin deshacer, cuando el agudo sonido del timbre sonó haciendo que me levantara de un salto al escuchar que alguien insistía.

No paré a pensar quién podría ser a aquellas horas de la madrugada. Daba tumbos por el pasillo hasta llegar a la puerta principal, momento en el que aquella persona volvió a insistir por tercera vez. Me encontraba demasiado cansada como para pensar siquiera alguna explicación lógica a todo aquello, eran las cinco pasadas, pude comprobarlo en el reloj del vestíbulo.

Abrí con desgana la puerta, sin saber si me hallaba soñando o no. Tuve que parpadear dos veces para darme cuenta de quién se hallaba allí.

Era él, Rick.

El corazón me dio un vuelco en el pecho al verle, no fue un sentimiento de dolor ni de sorpresa sino de frustración e ira.

Casi podía escuchar el golpete de la sangre presente en la cabeza. Él no reaccionó, se mantuvo pasivo, allí, tras el umbral de la puerta, rascándose nerviosamente la cabeza. Tras sus ojos color caramelo pude contemplar su arrepentimiento, uno que ya no deseaba.

Pude contemplar de nuevo el engaño. El instante en el que me contó que, en realidad no me amaba a mí, sino a una compañera de su trabajo con la cual se casaría.

En ese momento me desperté de golpe, sobresaltada por la realidad. Me hubiera pellizcado si no estuviera tan atónita como en aquel instante.

Aparté la mirada de la suya, le conocía lo suficientemente bien como para saber que iba a decir algo, pero no le dejé articular ni una sola palabra y le cerré la puerta.

Pensé que me sentiría como cuando me alejaba con el monovolumen por la carretera camino hacia casa, pero no, me hallaba más que feliz, con la sensación de haber hecho lo correcto.

Cuando me dispuse a volver a la habitación, contemplé que unos pequeños rayos de sol se habrían paso desde el horizonte. Me acerqué sigilosamente, aunque nadie pudiera oírme y abrí el gran ventanal para tener unas mejores vistas del amanecer.

Cerré los ojos permitiéndome un pequeño instante de tranquilidad.

Aquel, sería un nuevo día, una nueva vida. La noche en la que me alejé de aquel pueblo de mala muerte, estaba anocheciendo, dejando que la noche me consumiera, la tristeza corría por mis venas. Pero aquello ya no volvería a suceder, ahora viviría una vida feliz como el amanecer dejando que el día sustituyera a la noche.

Nericia2004

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