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Hace frío, mucho frío. Me arrepiento de no haber traído mi sweater de lana. Introduzco mis manos en los bolsillos de mis jeans, y continuo vagando por las calles del vecindario. Además tengo la sensación de que alguien me sigue.
—Porqué eligió ese maldito parque.— Reprocho en un sonido casi inaudible. Mi aliento sale frío y mis labios se secan.—Acaso no sabe que es peligroso, no se porqué lo sigo.—Niego con la cabeza.
Hay pocas personas a mi alrededor, pues es temporada de invierno; además prácticamente son las ocho de la noche y nadie se quiere congelar. Mi móvil vibra. Seguramente es Kyle, mi novio.
«Amor, te estoy esperando, acelera el paso que no me gusta que estés sola en la calle.»
Hago caso y camino más rápido. Cada vez hay menos personas. Y la sensación de un fuerte mirada a mis espaldas cada vez es más intensa.
Estoy cerca del parque. La sensación aumenta cada vez más. Oigo pasos, ya estoy muy asustada, corro hacía el parque con la esperanza de ver al chico de ojos negros esperándome, pero no es así. Alguien tapa mi boca con un pañuelo, mi cuerpo desvanece.
(...)
Abro lentamente mis ojos, me recibe una profunda oscuridad, intento moverme pero me es imposible. Las lágrimas comienzan a bajar empapando mi rostro, me arrepiento de salir a esa hora de la noche. Me arrepiento de no haberle dicho a Kyle que estaba embarazada, se suponía que era una sorpresa y lo haría especial, pero ya es tarde.
Para haberme secuestrado es cómodo donde voy, la oscuridad me impide ver, pero es cómodo. Un movimiento un tanto brusco hace que mi cabeza golpee contra algo emitiendo un sonido escandaloso. El auto se detuvo. Las puertas se abren —al parecer es un camión de mudanza—, y seguidamente el brillo de la luna se divisa en el cielo; unas siluetas masculinas se adentran en el, intento forcejear, pero ellos son más fuertes. Tapan mis ojos, inmovilizan mis brazos y jalan de mí. Dejé de llorar, me resigné.
Uno de ellos carga mi cuerpo como un saco de papas, estoy aterrada, mi estado no es el mejor para ir de cabeza, además los médicos dijeron que mi embarazo corría riesgo.
Mi estómago se empieza a revolver, llevo bastante tiempo en ésta incómoda posición, no aguanto más y procedo a vomitar; suelta mi cuerpo un poco brusco en el suelo, destapa mis ojos, mi vista es borrosa pero continuo vomitando, me siento débil.
—A-a-gua.— logro formular.
El hombre corre rápidamente, y saca una botella de agua que traía consigo; la destapa y me la cede. Bebo el contenido, me reintegro. Él vuelve a cubrir mis ojos, esta vez con más delicadeza y me carga en sus brazos unos cuantos pasos más.
Me coloca sutilmente en alguna especie de grama, quita la venda de mis ojos y no puedo creer lo que veo, todo fué planeado; Un hermoso paisaje natural bloquea mi campo visual, un lago cristalino con un puente de madera rodeado de rosas blancas , Una bella casa de campo con preciosas decoraciones, y un cartel gigante que dice: ¿Aceptas casarte conmigo?; Ky camina y se arrodilla frente a mí, toda mi familia lo observa atentamente, él abre su boca y pronuncia las palabras escritas en el cartel.
—¿Aceptas casarte conmigo? ¿Quieres despertar cada día a mi lado? ¿Aceptas ser mi esposa?.— Cada palabra hace latir fuertemente mi corazón. Asentí frenéticamente y todos los espectadores aplaudieron, Kyle se colocó de píe y rodeó su brazo en mi cintura, su boca buscó la mía pero lo rechacé.
»¿No quieres que te bese?.— su voz sonó afligida.
—No se si quiero besarte o arrojarte de ese puente por lo que me hiciste pasar— señalé el puente del lago— Casi nos matas de un infarto.— Exagere.
—¿Nos?— preguntó atónito.
—Seremos padres.— Confesé. Su rostro cobró una gran sonrisa, levantó mi cuerpo y giró con el.
—¿Me besarás o me arrojarás del puente?— Sus ojos brillaban. No podía arrojarlo del puente.
Y lo besé.
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