#Ganadora: Claupardo

97 12 9
                                    

Ya hace tiempo que esperaba aquel ansiado día en que volvería a verlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ya hace tiempo que esperaba aquel ansiado día en que volvería a verlo.

Los minutos se hacían horas en el andén que se lo había arrebatado y que pronto lo regresaría a sus brazos. La expectativa del reencuentro la mantenía en un constante estado de alerta, nerviosismo y anticipación ante la idea de volver a sentir la aspereza de su barba en los dedos, contrastándose con la tersura de los labios finos que tanto anhelaba durante las noches en las que su secreto amor florecía como las magnolias.

Ahogó un suspiro al imaginar su calor, al recrearse nuevamente en sus brazos, con las estrellas y la luna como únicas cómplices de la pasión que sus cuerpos desprendían. Sonrió al saber que todo eso había acabado, que ya no eran solo dos amantes jugando con fuego, ya se habían quemado lo suficiente para acostumbrarse a las abrasivas llamas que los llevaron a hacer de su amor algo real a pesar de las oposiciones. Porque Diana ya no podía ser sin Fabio, y Fabio no recordaba lo que era vivir antes de Diana.

Eligió ese preciso instante para rememorar el primer momento en que lo vio en el hogar de su tía, con todo ese porte varonil, junto a los ojos castaños que provocaron más que un par de saltos en su, hasta ese entonces, sosegado corazón. Claro que en aquella época no sabía quién era Fabio ni la razón de su presencia en una casa tan familiar para ella, pero no le importó saberlo, no cuando sus miradas se cruzaron causando imperceptibles estremecimientos en sus pieles desconocidas que, con el paso del tiempo, llegaron a conocerse muy bien.

Intentó, con torpes movimientos, llamar su atención durante el inicio de la velada, cosa que consiguió, ya que aquel hombre interesante no le quitaba los ojos de encima. Rogaba porque alguien los presentara o, por último, saber el motivo de su visita, y no tuvo que esperar demasiado para que sus dos deseos se cumplieran, porque cuando su prima Paola bajó las escaleras con una radiante sonrisa, lo besó castamente en los labios y, con la felicidad grabada en su bello rostro, anunció su próximo matrimonio a toda la familia, rompiendo al instante la magia que envolvió por minutos a aquellos que ni una palabra habían cruzado.

Pero Fabio era un hombre de instintos, sabía que ese calor que le carcomió por dentro al ver los risueños ojos de aquella chica de cabello rosa no podía ser casualidad. Quería conocerla, entender si era su imaginación o una indudable conexión la que entre ambos se había generado. Eligió deliberadamente el lugar frente a ella durante la cena que celebraba su compromiso, compromiso que estuvo muy seguro de tomar hasta ese pequeño segundo en que la electricidad le recorrió el cuerpo con solo una mirada.

—Tú eres prima de Paola, ¿verdad?

Ella se tensó al percibir cada movimiento de Fabio mientras se ubicaba a su lado en la mecedora del jardín trasero, después de la cena. Acomodó con discreción su cabello y, cuando se sintió preparada, volteó a verlo, esta vez más cerca de su rostro que nunca.

—Sí, Diana —saludó, extendiendo la mano que él gustoso tomó entre las suyas. Quiso preguntarle si había sentido lo mismo, si el pulso se le había acelerado, si advertía el calor en sus mejillas por el inminente sonrojo que se acrecentaba cada vez más; pero calló por prudencia, no por timidez.

—¿No disfrutas de la fiesta, Diana? —cuestionó Fabio, quien salió con intenciones de fumar un cigarrillo, encontrándose algo mucho más interesante.

—Claro, solo quería tomar un poco de aire —excusó—, ¿y tú, disfrutas la fiesta?

—Tu familia es un poco...

—Abrumadora —finalizó ella.

Fabio sonrió. Le ofreció un cigarrillo y, entre las tenues luces de la terraza, se unieron un poco más con el humo de ambos cigarros mezclándose en el aire nocturno. Intercambiaron números de teléfono, ocultando la ansiedad que experimentaban por saber más del otro y, apenas se despidieron aquella noche, lo hicieron con la esperanza de volver a encontrarse.

El resto solo sucedió. Se dejaron llevar en largas conversaciones que los acercaba un poco más. Diana le mostraba los cuentos infantiles que escribía, mientras que Fabio los ilustraba logrando capturar la esencia de todos ellos, convirtiéndose más temprano que tarde, en un buen equipo. Nadie sospechaba lo que sentían en realidad cuando un nuevo mensaje llegaba, como revoloteaban las mariposas, como se alegraba todo el espacio. Hasta que un día, Fabio dio el gran paso, canceló su compromiso con Paola, dándose por vencido a aquello que ya hace tiempo contenía en su corazón.

Diana se encontraba en una encrucijada de sentimientos. Por un lado, ansiaba amarlo sin tapujos, por otro, no sabía cómo explicarle a su familia quién era el hombre que se había robado su corazón.

A lo lejos vio las luces del metro acercándose de a poco, aún no tenía a su amado de frente, pero ya sentía como todo dentro de ella renacía. Tomó su maleta, su pequeño bolso y, apenas este se detuvo, ingresó en el transporte sin dudas, sin miramientos. Y allí estaba él, Fabio, quitándose los auriculares con una sonrisa encantadora que le robó el aliento, allí estaba, abriendo los brazos en su dirección para que corriera a ellos, su mejor refugio. Diana no lo pensó demasiado, dejó todas sus cosas donde estaban y se apresuró al lugar más seguro del universo.

Lo besó por todas las veces que no pudo hacerlo, por las horas incontables en las que pasaron separados, por los miedos que, con sus gráciles labios, comenzaban a desaparecer, y así, juntos, unidos como el humo de aquel primer cigarrillo, tomaron un viaje sin retorno a algún lugar donde podrían ser ellos mismos, donde podrían amarse libremente sin pensar en todo lo que dejaban atrás.

Lo besó por todas las veces que no pudo hacerlo, por las horas incontables en las que pasaron separados, por los miedos que, con sus gráciles labios, comenzaban a desaparecer, y así, juntos, unidos como el humo de aquel primer cigarrillo, tomaron ...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Desafíos de Chick LitWhere stories live. Discover now