26. Volviendo a ser Zoé.

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(Chicago)

Lucía exhausta. Cansada y triste. La pérdida de mamá llegó en el momento más complicado de mi vida. El tan solo pensar que no volvería a ver su sonrisa o a escuchar el volumen de sus palabras, me ponía de mal humor y hacía que mis ojos derramaran lágrimas secas, dejando sin recurso hídrico en mi interior.

"Por favor, vuelve a mí", me repetía a diario. Gritaba silenciosamente por mamá.

Lo único que hacía desde que regresé al campus Hayes era estudiar. Tal vez era una forma de evitar el dolor o muy dentro de mí, sabía que ese era el propósito de mi vida. Por las mañanas, hacía ejercicio; el resto del día permanecía en la biblioteca; y, por las noches, me dedicaba al ballet. No descansaba. No probaba bocado. Mi vida se había vuelto rutinaria de un instante a otro.

Evitaba a Hunter. Sí, lo evitaba. Siempre huía de él y de sus comentarios. Él lo notaba, notaba que estaba pasando un momento difícil y que pasaría un largo tiempo hasta que ya no estuviera triste. Pero simplemente lo evitaba, tal vez tenía miedo a escucharle hablar acerca de sus sentimientos. O, solo, quería concentrarme en mi preparación para el futuro.

Ya no me sentaba en el pupitre a un lado de Thomas. Yo quería hablarle y encontrar una solución juntos, pero él comenzó a evitarme. Cambió de lugar, yo lo hice con el tiempo. Todo el tiempo practicaba fútbol o jugaba con la tableta electrónica. Entendí que quería estar lejos de mí.

Me alejé.

Podía asegurar que estaba debajo de mi peso normal. Lo sentía, el cansancio era constante con cada día. Es irónico como puedes pasar de una chica con sobrepeso a una a punto de convertirse en la huesuda. Pero, no tenía apetito. Comencé a perderlo.

"Había cambiado, volvía a ser Zoé, la chica que sufría de depresión y bullying en el instituto. Pero, esta vez, nadie vendría a levantarme."

Tears are Falling | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora