7. Nieve de diamante.

541 40 21
                                    

"Dicen que si dos personas ven juntas la nieve diamante se enamoran."

-¡Dándonos un beso!

Cogí el móvil que sostenía entre sus manos.- ¡Basta de fotos! -gruñí.

Thomas me pidió que saliera con él cuando terminaron las vacaciones, en un día lluvioso. Jamás olvidaré ese momento, siempre permanecerá en mis memorias.

-¿Aún no ha aprendido la lección, señorita? -ése día no llevé paraguas por las prisas y Thomas me invitaba a compartir juntos uno- ven debajo de mi paraguas -asenti e hice lo que me dijo. Y como si los recuerdos regresaran, un coche pasó y él se atravesó para evitar que me mojara, también nuestras cabezas chocaron al querer recoger el paraguas y cuando llegamos a mi casa, me preguntó -: ¿Quieres salir conmigo?

Aunque salieramos ahora como pareja, parecía todo lo contrario. Thomas me deslumbraba cada día con algo diferente. Era muy tierno y todo un caballero.

Realmente amaba a ése chico.

En la operación quirúrgica de mamá, me acompañó y no se despegó de mí ni un solo momento. Me decía palabras de aliento y consuelo. Bromeaba para hacerme reír y sostenía mi mano con fuerza.

-La operación ha sido todo un éxito -al escuchar las palabras del doctor no pude evitar llorar. Estaba muy feliz y eso era notorio. Me abalancé sobre Thomas y él no se quejaba.

Cuando cumplimos un año y medio de novios, y días después de mi cumpleaños 18, Thomas me sorprendió al mostrarme los boletos a Japón. Él me llevaría a Hokkaido a ver la nieve diamante que tanto había soñado ver.

-¿Estás segura que puedo dejarte sola, mamá? -le pregunté por décima vez mientras deslizaba el abrigo por mi brazo derecho.

-Por décima vez, sí. Ya estoy recuperada, cariño. Ve y diviértete -sonrió sin mostrar los dientes.

Del chico rubio, Dave, no habíamos vuelto a saber nada. Perdimos la comunicación complemente. Su estancia en Francia había hecho que se olvidara de mi o perdió mi número telefónico. Y, Kate seguía siendo nuestra compañera en Hollis, pero no nos dirigía la palabra y volvió a los tiempos de antes. La gente no cambia, solo mejora. Y Kate fingió algo que no era cuando estaba con Thomas, pero eso cambió hace dos años y medio.

Y justo ahora, bajabamos del tren que nos había traído a Hokkaido, Japón. Thomas bajó por la puerta trasera y yo por la delantera. Cuando bajé choqué con alguien, no pude verle el rostro con claridad, así que, me disculpé en japonés. No era buena para el idioma japonés, pero lo suficiente para sobrevivir en Japón unas vacaciones.

-¡Zoé, ¿Qué esperas?! ¡Vamos! -gritó Thomas y corrí hacía él- ¿Qué hacías?

-Nada -negué con las manos.

Cogió mi mano y tomamos un taxi al hotel. Mis ojos se abrieron más de lo normal al entrar al hotel, era muy elegante y con un gusto muy original. Y, parecía algo costoso.

-¿Estás seguro que quieres hospedarte aquí?

Asintió.- Ahora vuelvo, voy a registrarnos.

-Thomas -se giró- pide una habitación.

Frunció el ceño.- ¿Estás segura? Puedo pagar dos habitaciones, Zoé.

-Por favor, Thomas -asintió rendido y caminó hacía la recepción.

Thomas regresó en menos de 10 minutos, y uno de los botones nos ayudaron con el equipaje. Al bajar del elevador, caminamos hasta la habitación 214. Thomas, introdujo una tarjeta en la puerta y ésta se abrió. Nos adentramos a la habitación y me sorprendí al observarla por dentro. La habitación era más grande de lo qud imaginaba y contaba con un balcón que daba una vista impresionante.

Tears are Falling | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora