11. Tarjeta roja.

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"Aunque ésas miradas me han hecho daño, éso también me ha ayudado a entender que a mi alrededor, aún existen miradas amables ."

El escuchar el sonido de su voz después de cuatro años, no me reconfortaba. Me asustaba y entristecia. Quería huir, salir corriendo y que él no me siguiera por detrás. Quería no amarlo después de todo. Quería odiarlo, pero no podía.

¿Así es el amor?

ㅡNo soy Zoé, soy Zeke ㅡdije tomando fuerzas. El estar a su lado me debilitaba.

Todo su cuerpo se apresuró a moverse hacía mí. Tomó mi rostro y lo giró hacía él. Sus ojos comenzaron a brillar y mi corazón se rompió en mil pedazos. ㅡLo siento...  ㅡme soltó y su cuerpo cayó decepcionado sobre la banca.

ㅡ¿Por qué pensaste que era ella?

ㅡElla solía decir tres veces algunas frases o palabras, supongo que ya no es así.

Guardé silencio. Mi hábito aún estaba presente, seguía susurrando tres veces las palabras. ¿Él había notado eso de mí?

ㅡCreo que la lluvia aumentó, te dejo, Zeke ㅡse levantó, sonrió y se alejó corriendo.

Observé mis manos, habían dejado de temblar. Ésto es lo que hace Thomas en mí. La lluvia aumentó con más fuerza y yo no tenía a dónde ir. Me levanté, cogí la maleta y caminé sin dirección. Me detuve al mirar a Hunter de pie, frente a mí. Su cabello caía mojado y sus labios estaban morados por el frío.

ㅡ¿Qué haces aquí?

ㅡEstaba lloviendo y decidí venir a buscarte.

ㅡ¿Por qué no trajiste paraguas?

ㅡOdio los paraguas ㅡdijo esquivando la mirada.

ㅡBienvenido al club ㅡsonreí.

ㅡVamos, Calzoncillos ㅡse giró y comenzó a caminar. Al ver que no me movía, se detuvoㅡ ¿También quieres que te ayude con la maleta? Eres un chico, Zeke. Frágil y débil, pero lo eres.

De regreso a la habitación nadie dijo nada. Cuando entramos, habló solo para avisarme que me quedaría por ésta noche, pero me iría por la mañana. Por lo que, no desempaqué mi equipaje. A la mañana siguiente, unos estornudos me hicieron levantarme. Hunter tenía la nariz roja y no paraba de estornudar. Había tomado un resfriado, no había duda. Cogí unas pastillas que cargaba siempre conmigo y las dejé sobre la mesa antes de salir.

Caminé a paso lento hasta que llegué a las oficinas. Esperé, al menos media hora hasta que me atendieron. Conté que mi compañero no estaba de acuerdo con mi establecimiento ahí y que no tenía dónde dormir. Me reclutaron, de nuevo, a la habitación que compartí un día con Hunter. Estaba nerviosa por la reacción de parte de él.

ㅡ¿Qué es ésto? ㅡdijo Hunter al momento que entré a su habitación.

ㅡÉsto, es tu compañero de cuarto y no tienes ningún derecho de sacarlo de la habitación ㅡcon voz fuerte y clara habló el director.

ㅡNo tienes ningún derecho, Derek. ¡Lo prometiste! ㅡsus ojos se llenaron de lágrimas y la lástima me invadió.

ㅡ¡Hijo, no hay más habitaciones desocupadas! Entiendelo, por favor.

¿Hijo? El recuerdo de la pelirroja hablando sobre la familia Hayes me refresca la memoria: Derek es el padre de los tres chiflados.

ㅡComo siempre, yo soy el último en tu lista, Derek ㅡse gira hacia mí y hablaㅡ: y a ti, juro que te haré la vida imposible.

Se me enchina la piel, mientras él atraviesa la puerta. ¿Qué rayos acaba de suceder?

(...)

Durante la clase de fotografía, Hunter permaneció callado y, aún, viendo como se me dificultaba el trabajo no me ayudó. Me había amenazado, pero no estaba asustada. Él era misterioso, pero también era bueno y generoso.

Tears are Falling | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora