I: Café con letras, digo... azúcar

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8:45AM, Atlanta (USA).

Rechazo.

Según la Real Academia Española se define como: «contradecir lo que alguien expresa o no admitir lo que propone u ofrece.»

Técnicamente, esa palabra junto a su definición era lo que acababa de sucederme cuando abrí mi buzón de mensajes de correo electrónico.

«Estimada señorita Duran,

Lamentamos decir que los borradores de la historia que envió, fueron rechazadas por la editorial Aesthetic Writers.

Pedimos disculpas y le invitamos a intentarlo nuevamente el próximo año.»

Resoplé reclinándome de la silla en la que estaba, la cafetería Shalom no estaba abarrotada de gente esa mañana, algo que a veces me parecía peculiar.

Esa era la octava vez que una editorial me rechazaba.

───¿Todo bien, Blake? ───Oí la voz de Gwen junto a mí, por lo que eso provocó que girara mi cabeza.

Gwen Farris era la hija de los dueños del local, una pelirroja de ojos verdes con personalidad sobresaliente.

Sin olvidar, que era hermana en Cristo y asistíamos a la misma congregación.

Estaba allí con su uniforme de mesera, a pesar de ser la hija de los fundadores de Shalom, ella siempre ha sido tan sencilla y humilde que se dispuso por voluntad propia a servir a los demás en la cafetería.

Sonreí suavemente a su pregunta y señalé con el dedo índice la pantalla de mi Macbook.───Hombres de Honor fue rechazada esta vez, como el resto de mis otras historias.

La pelirroja se sentó frente a mí, mirándome con tristeza.

───Oh, Blake... lo siento mucho, sé que te esmeraste mucho en narrar la historia que Ayleen y yo vivimos en Libia. Pero estoy segura que Dios te abrirá puertas, tienes un talento literario único. ───Me sonrió de forma animada, casi contagiándome al instante.

───Amén, realmente deseo que mis historias dejen la plataforma digital para ser físicas. ───Masajeé mi sien intentando no deprimirme con eso.─── por cierto, ¿cómo va el asunto de la boda de Keith y Ayleen?

Gwen sonrió aún más ante la idea.─── ¡Fantástico! Es dentro de una semana, Ayleen está muy nerviosa y Keith la fastidia con eso.

Reímos las dos ante la idea, la verdad era que esa pareja era única a su manera, discutían pero el amor sobresalía en ellos.

Tanto así, que me inspiraron a crearles una historia.

───Lo imagino... ¿y cómo te va con Clark?

El sonrojo casi parecido al color de sus cabellos no tardó en hacerse notar, junto a una dulce sonrisa de enamoramiento.

───Estamos bien, gracias a Dios, apenas tenemos un año de noviazgo y más adelante si el Señor permite, nos casaremos. ───Sonrió feliz ante la idea.

ℕ𝕠 𝔸𝕡𝕝𝕚𝕔𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕄𝕚 🔛 novela cristianaWhere stories live. Discover now