ℕ𝕠 𝔸𝕡𝕝𝕚𝕔𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕄𝕚 🔛 novela cristiana

XVI: Negación

Estuve evitando a Leo durante semanas tras la parrillada en casa de Lana, y eso incluía los limitados mensajes por teléfono entre nosotros, sobretodo de parte mía.

Quería de alguna forma distanciarme de él... hacer que tales pensamientos se fueran, tales sentimientos...

¡Sentimientos, por la virgen de las papayas!

No podía estar sintiendo cosas por alguien a quien consideraba un gran amigo, el primero que tenía humanamente hablando ya que, el primero es el Espíritu Santo; mi mente comenzaba a presentar todos los contras y riesgos de enamorarme de nuevo.

Y no quería volver a sufrir... mi corazón tenía una herida muy grande que, pese a estar cicatrizada, dolía todavía y no quería hurgar el dedo en ella de nuevo.

Ahora mismo, me encontraba en la sala de mi casa con mis dos mejores amigas que escuchaban mi profundo pesar, mi drama encarnado como la melodramática que era.

────Entonces... tu método factible es: hacer como si Leo Parnell no existiera. Claro, buena idea.

El rostro de reproche de Lana decía mucho, y podía entender que estuviera sintiéndose así porque, a fin de cuentas, yo que estaba cerca de los treinta estaba actuando de una manera irracional y para nada madura o acorde a mi edad.

Por otro lado, las carcajadas de Ciara ante las caras de Lana y mi histeria ante el tema sobre su primo resonaban en toda la estancia.

Negó con la cabeza unos instantes antes de responder.────Esto en serio es hilarante, pero... Blake, estás actuando de forma exagerada y sobretodo con mi primo, tú le gustas, es obvio.

De acuerdo, ¿qué? ¿Había escuchado bien?

Yo, una neurótica, ¿le gustaba a Leo Sonrisa Colgate Parnell? Esto tenía que ser una broma gigantesca en lo absoluto.

────Okay, Ciara... no debes bromear con cosas así, o harás que me lleve el Señor antes de tiempo con un infarto. ────Resoplé mientras pasaba mis manos por el rostro, como un reflejo para calmarme.

Lana retomó la palabra, alzando su dedo índice para negar varias veces con este y chasquear la lengua de forma repetida.

────Mira, Blake, ya conoces a Leo desde un buen tiempo ya y tienen muchas cosas en común, a la vez que sus personalidades tan distintas encajan a la perfección, ¡y es un cristiano verdadero! Es una clara señal de parte de Dios que dice: no seas tonta y acéptalo de una vez. ────Sentenció con seriedad, cruzando sus brazos sobre su pecho para reforzar su argumento.

Mi labio inferior tembló debido a la frustración que embargaba a mi cuerpo, porque no quería reconocerlo y tampoco lo haría.

────No creo que esto sea una señal... Dios sabe que no quiero enamorarme, no necesito tener novio o esposo, no quiero... solo necesito a Dios y con eso basta.

No iba a aceptar ni hablar de mi supuesto amor o sentimientos hacia Leo, solo eran algo pasajero y ya.

Tenía a los pies de mi cama el cuerpo peludo de Apollo, quien se hallaba durmiendo de forma pacífica esa tarde, yo por otro lado me encontraba revisando Wattpad y las notificaciones sobre las historias que tenía allí publicadas.

Suspiré profundamente por ver los buenos recibimientos de mis obras, pero que no eran de editoriales ni nada por el estilo.

¿Cuándo tendría esa oportunidad? No lo sabía, pero cada vez lo veía más lejano.

Entre tanta navegación en mi laptop, las fotografías de Leo en la sesión que se hizo semanas atrás aparecieron, sus ojos verdes que no se percibían por el filtro de blanco y negro, junto a esa sonrisa pacífica que iba acorde a la temática de ser libre del pasado.

────No me gustas, no me gustas en lo absoluto... ────Murmuré absorta hacia la pantalla iluminada, mis dedos de forma automática y espontánea tocaron la imagen.

Y delineé la forma de su mandíbula y la perfección de su nariz, haciendo que me sobresaltara en mi cama para apartar mi mano como si quemara, como si fuese un pecado enorme.

Para mí lo era, enamorarme era un pecado para mí.

Apollo alzó su cabeza y sus orejas en mi dirección, notando de seguro mi estado emocional, porque no dudó en ponerse de pie sobre la cama para posarse a mi lado y apoyar su cabeza en mis piernas enpijamadas.

────Hey, precioso... mamá está bien, tranquilo. ────Susurré con una sonrisa cariñosa hacia mi perro, el cual me miraba con sus enormes ojos negros, relamiendo su hocico y nariz.

Necesitaba calmarme, y aclarar mis ideas de una vez por todas antes de que todo se tornara un huracán desastroso después.

YA CERCA DE LOS CAPÍTULOS FINALES AAAAAAA, PREPARADAS PARA EL SUFRIMIENTO DE LEO? PORQUE YO NO AAAAAAAAAA

¡Dios les bendiga!