XXI: Sí aplica para mí... contigo

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En la comodidad de una cafetería, la calidez compenetrando con el aspecto hogareño y la sensación de ataraxia en el lugar de alguna forma me hicieron sentir pleno, como si todo lo ocurrido en las últimas semanas se hubiera desvanecido como la arena con el viento; y aunque eones pasasen, aunque un siglo nuevo apareciera frente a mis ojos...

Ella seguía estando enterrada en mi mente como la primera vez que la vi, paseando con Apollo y verla andar con aquel cabello tan dorado como hilos finos de oro que se agitaba junto con los pasos que daba.

Desde ese momento que la vi, chillando en desespero cuando el perro iba a tirarse en la calle justo cuando iba pasando por la misma en mi motocicleta, ahí en ese momento supe que habían obras de arte vivientes.

Blake Duran era una prueba al respecto de la belleza cubierta bajo la gracia del Señor, una belleza más resaltante que la simple; creí muchas veces que mi corazón iba a saltar disparado de mi pecho como en muchas caricaturas, era una criatura tan preciosa que daban ganas de llorar como Jacob cuando lloró al conocer a Raquel.

Y había sido extraño para mí el sentirme de esa manera, porque nunca fui partícipe del amor a primera vista ya que, me parecía algo sin fundamento y carente de lógica.

Pero, juré haber sentido a Dios callar ese pensamiento que tenía cuando la vi y le hablé al Padre de ella.

«───Creo que he desarrollado un aclamado crush, Señor...»

Era algo gracioso confesar aquello a mi Padre, pero la confianza y el amor que le tengo me permitieron abrirme libremente para decirle exactamente lo que pensaba en esos momentos.

Y a medida que pude conocerla, a medida que pude tener esa oportunidad de estar a su lado así fuesen por cosas pequeñas, aquella atracción pasajera se tornó en algo más fuerte y consistente, algo más profundo.

Amor.

Había caído en los brazos del amor Eros cuando pude darme cuenta de aquella mujer que pensaba demasiado, que era reticente a hacerse cercana conmigo, que tenía tantos momentos neuróticos que a mi parecer solo la hacían adorable a mis ojos, me había enamorado y puesto preso de esos ojos grises y preciosos que reflejaban un brillo apagado por cosas de la vida, pero que al verla servir a Dios y hacer lo que más amaba que era la literatura, el brillo se tornaba vivaz y magnífico.

───Cuando digo que voy a olvidarla y ella anuncia su primer libro, soy el primero en ver las redes sociales suyas. ───Sonreí con levedad, haciendo girar la taza que estaba a un lado de mi mano izquierda, a la cual no le había dado un sorbo siquiera desde que llegué a ese lugar.

Había de admitir que me daba cierto temor el leer algo suyo, porque era un libro romántico según lo que había leído en los medios, y definitivamente no estaba preparado para leer sus párrafos hermosos sin sentirme aún más enamorado de ella.

Por lo que... no ordené ninguno en la preventa, y evitaba a toda costa las librerías.

¿Cobardía? Podría ser cierto, pero mientras más me alejara de lo que se relacionaba con ella, más rápido sanaría y me olvidaría de aquel amor que quemaba dentro de mí, para así verla nada más como una hermana en Cristo justo como ella deseaba desde el inicio.

¿Me tomaría tiempo? Estaba seguro de que sí, pero no era algo que me preocupara, Dios me daría la fortaleza para lograrlo y confiaba en Él más que a nada en el mundo.

Sí, olvidaría a Blake Duran y seguiría adelante con mi vida, deseando lo mejor a la suya.

Sí, olvidaría a Blake Duran y seguiría adelante con mi vida, deseando lo mejor a la suya

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ℕ𝕠 𝔸𝕡𝕝𝕚𝕔𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕄𝕚 🔛 novela cristianaWhere stories live. Discover now