Capítulo 37: "Desolación"

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No podía creer lo que escuchaba, ella estaba insinuando algo

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No podía creer lo que escuchaba, ella estaba insinuando algo. Demoré en darme cuenta qué era, fui bastante ingenua.

—¿En qué he mentido? —pregunté aun sin entender.

—En todo.

—Keegan...—lo llamé buscando alguna explicación, pero él parecía incómodo. La detective golpeó levemente la mesa para llamar mi atención.

—No busques ayuda en él, sabemos lo que ha pasado.

—Yo les dije todo, Emily. —confesó Keegan. Fruncí el ceño, ¿cómo era eso? Él se había atrevido a decirles sobre mi don, pero ¿por qué? solo tuve que procesarlo un par de segundos.

—Eres policía... ¿eres policía? —chillé sin poder creerlo, él bajó la mirada.

—Si hablas ahora, será mejor para ti. —continuó Brown.

—Debe ser una broma. —espeté anonadada. No me lo esperaba, ni siquiera me lo había imaginado, pero no entendía cómo eso encajaba a la perfección en todas las rarezas de él.

—Te estamos dando una oportunidad para que digas la verdad.

La mujer era sebera, estaba convencida de que yo tenía algo que ver y eso me enojó. Keegan sabía todo lo que habíamos pasado, él se lo había contado a ella, ¿y yo era la sospechosa? Que hipócrita.

—Todo este tiempo sabían lo que pasaba ¿y no hicieron nada? —reclamé, se quedaron en silencio—. No lo puedo creer, ¡lo sabían todo! —me levanté y apunté a Keegan con el dedo—. Me engañaste, infeliz.

—Emily...—trató de calmarme, pero yo solo quería golpearlo.

Brown nos separó y de un empujón me devolvió a la silla.

—Vete—le ordenó, pero él no se movía—. Sal de la sala, es una orden—a regañadientes le hizo caso, dejándonos solas—. Tal vez lo engañaste a él, pero no a mí.

Quería llorar de frustración, pero me las aguanté para no hacerlo frente a esa mujer.

—Me está dando más mérito de lo que merezco. ¿Cree que maté a mis amigos? La respuesta es NO. ¿Veo fantasmas? Sí, ¿hablo con ellos? También. ¿Me puede tratar de esquizofrénica? Hágalo, si quiere hacerme una prueba de cordura, ¡hágalo! Pero jamás saldrá de mi boca que toqué a mis amigos o les hice algo.

—Tengo todo el tiempo del mundo, Emily.

Me crucé de brazos, pensando que tal vez debí haber aceptado que Ronald entrara conmigo. Sin esperarlo vi una figura conocida en la puerta, era Tanya. La miré sin entender, ella levantó una de sus manos e hizo un gesto de saludo. Tuve una idea.

—Si probara que puedo comunicarme con fantasmas, ¿me dejará ir?

Pegó una pequeña carcajada, eso me irritó aún más.

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