Capítulo 26: "Un día de Locos"

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El viejo fantasma entró cuando Verónica salió detrás de Aaron

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El viejo fantasma entró cuando Verónica salió detrás de Aaron. No dije nada y tampoco recriminé eso, al fin y al cabo, ellos dos eran amigos mucho antes que yo.

Anna caminó hacia el final del invernadero y se distrajo con las hierbas medicinales, seguida de cerca por la mirada del anciano. Than se sentó a mi lado.

—Lo siento, no quería engañarte ni mentirte, jamás pensé que llegaría tan lejos.

—Claro.

—Emy, créeme, se lo advertí. Apenas me di cuenta le dije que lo dejara, él prometió que lo haría.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—El día que fuimos a ver a Verónica. Pasé a su casa y estaba con ella, me dijo que solo debían hablar así que me devolví a casa. Luego llegaste tú con él, así que supuse que tú la habías visto.

Fruncí el ceño, eso había sido hace mucho, recordaba ese día. Me sentía culpable porque me había encerrado en mí misma para enfrentar la muerte de Bernadette. Lo había dejado solo, bueno, tan solo no estaba al parecer.

—¿Desde un inicio me estaba engañando? Que asco. —resoplé al darme cuenta que esto venía de mucho antes.

—El día en que te atacaron... él no regresó conmigo a casa porque se juntaría con ella a conversar, por eso fui solo a visitarte, no pude decirte la verdad, por la conmoción. Me juró que solo hablaría con ella, pero el día del partido, lo vi besándose con Harper, por eso estaba enojado así que...—confesó cómo si nada, se encogió de hombros.

—¿Y para ti eso es normal? ¿Por qué se encubren así? —lo regañé.

—Aaron es mi amigo...

—Yo también. —exigí enojada. Than se rascó la cabeza y Anna chasqueó la lengua, mientras se ponía de cuclillas para sacar un poco de maleza.

—Entiende su punto—dijo llamando nuestra atención—. Si él engañara a Verónica y tú lo supieras, lo primero que harías sería decirle que lo dejara y no dirías nada a tu amiga, no puedes negarlo.

—No, lo que haría sería hablar con él y aconsejarlo para que le diga lo que hizo, porque si no, yo lo hago—advertí acusadora, dándole a entender que era mejor que no lo hiciera—. Eso es amistad. Las mentiras nunca traen nada bueno. Y si ustedes están acostumbrados a actuar así, no es mi culpa.

—Auch. —dijo Than con media sonrisa. Bufé y negué con la cabeza. Anna continuó.

—Golpeó a su amigo por ti, eso es mérito.

—Gracias. —dijo Than al ver como Anna defendía sus acciones. Pegué una carcajada irónica.

—No estuvo bien. Si protegiste tanto tu amistad con él al no decirme nada, no debiste arriesgarla por un golpe que al final de cuentas no hará ninguna diferencia. —advertí sarcástica.

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