Emily, después de la muerte de su padre, decide ir a vivir con sus abuelos a Nome, Alaska. Deja a su madre, a sus amigos y a su escuela atrás con el pensamiento de que algo bueno le espera en esa fría ciudad. Lo que ella no sabe, es que Nome, la rec...
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Entré al gimnasio, empapada y con la adrenalina a tope. Traté de no llamar la atención y me acomodé en las gradas, lejos de la entrada por si Keegan me buscaba, aunque él no me siguió en ningún momento.
Los chicos practicaban sus tiros, Aaron le daba pases a Than y este encestaba como si la pelota fuera más liviana de lo que parecía, tenía gracia y delicadeza al lanzarla, se veía confiando en lo que hacía.
Cuando anotaron los puntos Aaron sonrió genuinamente y corrió hacia Than saltando sobre su espalda, celebrando emocionado. Sonreí, se veían tan relajados, debí haber ido antes a verlos.
Me saqué la chaqueta y la dejé a un lado para que se secara, al igual que mi gorro de lana, que no había impedido que mi cabello se mojara, traté de peinarlo y sacudir las gotas que se escurrían.
Después de un largo rato, los chicos corrieron a los camerinos a cambiarse, excepto Aaron, que vino hacia mí un poco incómodo, no me esperaba allí, yo tampoco lo había planeado, pero ya era hora de dejar las cosas claras porque no me gustaba los cambios bruscos de comportamiento. Menos con él, ya que pensé que habíamos avanzado en nuestra relación, y con lo sucedido, habíamos retrocedido.
Me saludó y se sentó a mi lado, besando mi mejilla.
—¿Te gustó la práctica? —preguntó como si nada.
—Eres un imbécil, estoy enojada contigo. —dije directamente, él se tensó y se enderezó en su puesto, mirando hacia la cancha.
—Lo siento, pensé que no lo notarías.
—¿Notar qué?
—Bueno, la situación, ya sabes. —respondió mordiendo el interior de su mejilla.
—¿Acaso soy adivina o qué? —bufé—. Solo di lo que tengas que decir.
—Es sobre el profesor—suspiró—. No me agrada, ni un poco.
—¿Y ese cambio a que se debe? Si mal no recuerdo lo amabas—Aaron esbozó una sonrisa y negó con la cabeza—. ¿Qué? Te confesó su amor y lo tuviste que rechazar porque solo tienes ojos para mí, ¿verdad? Espero que le hayas respondido eso, porque yo, no comparto.
—Emy—interrumpió—, a la que le gusta eres tú.
Sin esperarlo me dio hipo. Aaron suspiró y apoyó sus codos en las rodillas y sujetó su cabeza con las manos, ¿cómo era eso? No se me ocurría que responder, ni siquiera una broma que muchas veces me sacaba de apuro. ¿Por eso discutían ese día? ¿Cómo pudo decirle eso de frente? Keegan era muchas cosas, pero no un descuidado, menos cuando en un principio me había pedido que no le dijéramos a nadie que ya nos conocíamos, además, ¿yo gustarle? No era algo que me encantaba saber, no porque fuera desagradable que un profesor joven, guapo y con el que tenía mucha química le gustara, sino por lo mismo, porque era joven, guapo y tenía mucha química con él.
Eso se estaba yendo a la mierda.
—¿Te lo dijo así? —logré preguntar.
—No textualmente, pero lo dio a entender. —respondió serio. ¿Lo dio a entender?
