Emily, después de la muerte de su padre, decide ir a vivir con sus abuelos a Nome, Alaska. Deja a su madre, a sus amigos y a su escuela atrás con el pensamiento de que algo bueno le espera en esa fría ciudad. Lo que ella no sabe, es que Nome, la rec...
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No pude reaccionar, simplemente me alejé de allí y corrí hacia donde mi estado de shock me llevaba. Sin darme cuenta volví al invernadero, sin poder respirar, mis ojos estaban cristalizados y el nudo que se había formado en mi garganta no podía salir. Cuando escuché la voz de Anna detrás de mí me largué a llorar.
De pena, rabia, asco. Por mi padre, por mi madre, por toda la mierda que había pasado en Nome, no podía creer que me habían fallado de esa manera. ¿Cómo podía existir un dolor así? ¿Cómo alguien tenía tanto poder de hacerte tanto daño? No entendía, no entendía como le había concedido ese poder a alguien que no lo merecía, quería matarlo, quería matarla.
En un instante comprendí el dolor de papá, ese cuchillo punzante que atravesó su corazón, el que Aaron me estaba colocando a mí, y el odio hacia mi madre por haberlo hecho sentir así, creció. Solo un instante y los odiaba por igual.
Grité con rabia, de todos los lugares, de todas las personas, me tenía que pasar a mí.
Anna no sabía qué hacer, simplemente me arrastró a que me sentara. Sacó de su mochila una botella de agua y me la ofreció, pero ni siquiera me podía entrar algo por la garganta, seguía llorando desconsoladamente.
—Ve a casa, yo le diré al profesor que te sentías mal, no te preocupes—me dio dos golpecitos en la espalda, no sabía que hacer—. Emily, es mejor que te hayas enterado ahora que después.
—¿Cómo no me di cuenta? —sollocé—Confié en él, nunca imaginé que él...
—Algunos hombres son unos cerdos, ¿qué esperabas de él? —dijo en forma de regaño, eso me hizo llorar más fuerte, hizo una mueca de culpa—. Lo siento, no sé qué decirte.
—¿Crees que mis amigos lo sabían?
—Posiblemente—bajé la cabeza, sintiéndome más traicionada aún—. Tal vez no, no lo sabrás si no les preguntas.
Seguí llorando. Anna me obligó a tomar agua y a limpiarme la nariz, no se alejó de mí, preocupada.
Pasé muchos minutos así, entre sollozos, lamentándome de mi mala suerte y la del engaño, hasta que mis lágrimas no salieron más. Me sentía más calmada, pero con mucha pena.
—¿Cómo es que lo supiste? —dije mordiendo el interior de mi mejilla. Anna suspiró.
—Bueno, ayer cuando volvía al invernadero vi al profesor y Aaron hablando. El profesor le decía que debía poner en orden sus prioridades, que lo que hacía no estaba bien. No lo entendí hasta que Aaron enojado le respondió que no se involucrara. El profesor le preguntó si estaba celoso por ti o por Harper... Aaron no pudo responderle, se quedó callado. Así que ahí me di cuenta que pasaba algo. Te iba a decir lo que había escuchado ayer, pero no supe cómo, y cuando al fin me armé de valor, comenzaste hablar de mi tía...no pude.
—No puede ser...
La pena de a poco se estaba transformando en indignación, ¿Keegan lo sabía? Y ahí recordé algo, ¿el secreto de Harper era Aaron? Todo ese tiempo él lo sabía y no se dignó a decirme. Ahí entendí su mirada de lástima, sentí rabia, me había transformado en una mujer digna de la pena ajena.
