Capítulo XV

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El carruaje aminoró la marcha hasta detenerse por completo y Arlington suspiró aliviado al saber que podría descansar y darse un baño. Estaba agotado.

El viaje hacia Reading estaba siendo de todo menos placentero. Pru había insistido en llevar su propio coche y tenía que reconocer que había sido lo más acertado porque tres adultos, un niño y el perro eran demasiados para estar mínimamente cómodos.

Aaron había tenido que ejercer de cochero, pero al menos su tía y Mindy, que también los acompañaba para ayudar a las damas en lo que necesitaran, ocupaban un carruaje sin sentirse agobiadas. Damon, por el contrario, estaba cada vez más tenso. Liseth estaba instalada frente a él junto a Thomas que se removía inquieto tratando de saltar sobre el asiento. El pequeño no soportaba estar muchas horas dentro del carruaje, por lo que tenían que hacer continuas paradas para lograr que calmara un poco la energía infinita que parecía tener. Y, como no, el lugar que él ocupaba lo compartía con el peludo amigo de su hijo. Se había hecho amo y señor de la mitad del asiento y parecía dormitar con la cabeza sobre las patas, pero Damon sabía que era puro teatro, en el momento en el que él intentaba estirar un poco las articulaciones, el chucho infernal abría un ojo y le enseñaba los dientes.

En más de una ocasión había reprimido la enorme satisfacción que le produciría cogerlo y lanzarlo por la ventana. Con sólo pensarlo una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro haciendo que Liseth lo mirara con el ceño fruncido.

Y ahí estaba su segundo problema de convivencia en ese viaje.

Ella.

Cuando parecía que estaban llegando a un acercamiento, algo ocurría, y que lo torturaran si sabía que había sucedido. Le dirigía aquellas miradas suyas que parecían clavarlo en el sitio y él solo podía intentar volver a conseguir recuperar la distancia perdida.

Desde que salieron de Gloucester su trato había sido el correcto, no podría llamarlo de cordial, pero al menos podían tener una conversación educada el uno con el otro, pero esa misma mañana, tras proseguir el viaje después de pasar la noche en una posada, su actitud para con él había cambiado como de la noche al día. Estaba más fría que un témpano y ni siquiera se había dignado darle los buenos días. Al principio pensó que tenía un mal despertar, aunque eso no lo hubiera notado antes, y después pensó que quizás el viajar le producía mal humor, pero ahora estaba seguro que él era el causante de su enfado.

Suspiró y le dirigió una sonrisa tendiéndole la mano para ayudarla a bajar. La sujetó con firmeza y sin perder un momento volvió a entrar en el coche para tomar al niño entre los brazos. Cerró la puerta con determinación y sujetó a Liseth por el codo para entrar en la posada.

Unos ladridos se escucharon antes de que pudiera dar dos pasos.

- Creo que hemos dejado a Thomas encerrado en el carruaje.-

Liseth se soltó de la mano de Damon y éste volteó los ojos con desesperación.

- Por Dios, déjalo allí dentro. No le ocurrirá nada malo y podremos estar tranquilos sin su presencia incordiosa.-

Se quejó por lo bajo cuando el perro saltó sin problemas hasta el suelo y pareció burlarse de él caminando sin complejo hasta la puerta del establecimiento.

- Querido, estoy francamente cansada.- Lady Pru no tenía muy buen semblante y Damon se sintió responsable.-

- Tía, no tenías porque acompañarnos. O bien podíamos haber pospuesto el viaje.-

Minny se hizo cargo del niño y Damon pudo abrazar a Lady Pru, reconfortándola.

- Tonterías.- Rió por lo bajo cuando sintió que Damon la cubría a besos para sanarla como cuando era pequeño.- Esta es la mejor medicina que puedo tener.- Agregó entre risas.-

Saga Londres 3 " Atrapado en ti "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora