Capitulo 31

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"El día 9 de diciembre de 1796, tras varios días de búsqueda, algunas partes que conformaban la estructura de la Fragata El Cádiz, cuyo hundimiento conmocionó Inglaterra, fueron recuperados del mar por un barco inglés que había ido en su búsqueda.
Sólo 4 cuerpos de los 68 marinos a bordo pudieron ser hallados, entre ellos no se identificó el del Corsario Sir Jhon Gladow (1774 - 1796) lo cual supone su muerte, así como la de los 64 marinos faltantes, sus restos no han sido hallados o recuperados, y su paradero es desconocido"

Margaret

Un nudo se formó en mi garganta,un nudo impenetrable. Estaba ahogada.
Mis pupilas explotarían, sin duda.
Estaba consternada, en shock, paralizada, o como quisiera decirse. Temerosa y asombrada.

¿Jhon había... ?

No, era imposible. Él había dicho que volvería. Estrujé la carta contra mi pecho, una de mis manos se apoyó en el marco de la puerta, la otra estaba aprisionando la carta,clavando las uñas en el papel, casi atravesándolo.

Era imposible.

¿En qué momento había sucedido?¿Por qué? Tenía que ser una mentira, no podía sacar los ojos de las palabras de la misiva, simplemente no podía. Deseé que esto fuera una mentira, una mentira horrible, de mal gusto.

Deseé.

Caí al suelo sin importarme el vestido, sin importarme lo sucio que quizá estuviera el suelo, no me importaba. Mis rodillas chocaron contra el piso, entre las telas de las capas de mi vestido, pude sentir el suelo helado, por que aquella madrugada había llovido terriblemente.
El hombre hizo un ademán de atajarme, pero yo no quize, me daba igual. Permanecí en el suelo y él, solo me miraba, arrodillado sobre su levita, desdeñado y aguantándo las ansias de llorar.

¿Qué me pasaba? Estaba rota. Esto significaba que Jhon... que Jhon... había muerto.

Lloré como jamás lo hize antes, incluso más que cuándo murió mi padre hace unos años, debido a que recientemente habíamos discutido y el rencor y la bronca, te ciegan hasta un punto horrible.

Pero Jhon... ¿qué mal había echo?Maldición, dolía mucho. Las lágrimas caían solas, sin pausa, sólo caían sin poder detenerlas y no era que quisiera.

-¡Margaret! ¡¿Qué te sucede?!- Oí la voz de mi tía a mis espaldas, pero no la observé en ningún momento. Llegó a mi lado, se inclinó hacía adelante y puso sus manos en mis hombros, aunque yo utilicé las mías para cubrir mi rostro, desconsolada.

Podría haber jurado que mi tía miraba, confundida e interrogante, al hombre frente de mí, que quizá el caballero le habría lanzado una mirada de preocupación fébril; sin embargo no podía verlos.

¿Qué importaba? Ya no quería saber nada de nadie.

Sentí las lágrimas rodar por mis mejilla arrastrando pequeños trazos del rubor rosado y aún así tampoco me importo.

¡No! Jhon no podía haber muerto, era totalmente imposible.

Dolía mucho, era completamente insoportable.

***
Tres días después
Margaret

No podía pensar en nada por que mi mente seguía bloqueada; existía un muro dentro de mi cabeza que no dejaba que ningún pensamiento se desarrollara, ni bueno ni malo, simplemente ninguno.

Estaba sobre la cama,abrazaba mis rodillas con mis brazos, mi cabello estaba enmarañado, estaba desganada, completamente desanimada.

Era increíble lo rápido que se podía perder a una persona, en tan poco tiempo. Que un día estuviera hablando contigo, alegre, vital... y al siguiente hubiera fallecido, vaya a saberse por qué motivo.

Entre Amores y Corsarios // Serie Lodwig #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora