Capitulo 30

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Cuatro meses después
Tercera persona

Una luz desmedida se filtraba por los ventanales de la habitación, haciendo la vista muy poco lúcida.

-Levántate Margaret, ya son las 11am y sigues en la cama- Insistió Lady Beatrice, colocando sus brazos en posición de jarra.

Margaret, que hasta entonces había permanecido con la sábana a la altura del cuello, tomó un extremo y se cubrió la cabeza removiéndose debajo de las sábanas; ocultándose de la luz y del mundo, sumiéndose en la oscuridad y ese sentimiento de protección y calidez que le brindaban las mantas. Allí debajo estaba demasiado cómoda, abrir los ojos era igual que cerrarlos, allí no podía entrar el karma ni las malas noticias del afuera; estaba protegida.

-Margaret- El tono de su tía se aseveró- ¿Por qué estás así? ¿Acaso es por... aquél muchacho?

Margaret le había contado hace apenas unos días sobre Jhon. Básicamente había tomado esa decisión por que creyó que era inútil ocultárselo además de ser uno de los motivos por lo cual ella jamás querría a Henry. Le había dicho casi todo, que era un Corsario, que era rico, que había emprendido un reciente viaje a otro lugar del mundo alejado de ella, que lo amaba locamente...
Y para su sorpresa Lady Beatrice había entendido,ella ya no estaba comprometida con el irritante Lord Henry, otra propuesta matrimonial convenía ventajosamente si ésta además venía con una dosis de cariño

Margaret volvió a removerse debajo de las sábanas. Quizá eso era un a la pregunta de su tía.

-Quizá es la única razón por la cual estar triste.

-Bien... han aparecido noticias de Lord Henry, lo han visto en el Palacio de Versalles formando parte de un baile de la corte del Rey francés. Te impresionará saber que se hace llamar Sir Henry, aunque los franceses desconocen su huída ya que le avergüenza estár aquí, su título ha sido enlodado- Margaret asomó su cabeza y asintió suspicazmente.

Poco le importaba Henry. Ella solo estaba preocupaba por Jhon.

-Han pasado cuatro meses- Murmuró con desconsuelo, sin asomar ni la cabeza.

Su tía la observó confuso- ¿Por qué te inquietas? No recibirás noticias desde el mar, los delfines no traen cartas Margaret, debes esperar... los viajes como esos no son cortos; por lo general duran varios meses- Margaret suspiró ruidosamente. La espera la mataba y ella no era una persona específicamente paciente.

-Esos "varios días" ya han pasado. Siento que cada uno es un siglo tía.

-Sé que a tí te parece así por que la espera te parece interminable y es que en realidad los viajes en barco son muy largos, pero si te distraes los días pasan más rápido- Aseguró convencida aunque realmente no sabía que podría pasar, ni cuanto tiempo podía pasar.
Y ese era el problema. Margaret odiaba los cuatro meses que habían transcurrido y ya no quería esperar más.

Margaret

Me incorporé sentándome en la cama colmada de arrugas en la ropa. Quizá tenía razón y debía levantarme y despejarme. El cansancio del cuerpo parecía resistirse, no había dormido bien.

-Está bien, me vestiré e iré a almorzar- Mi tía asintió con una sonrisa y a continuación salió de la alcoba cerrando la puerta tras de sí.

Me levanté de la cama con esfuerzo, doblé mi cuello hacía la izquierda haciendo que algunos de mis huesos claviculares crujieran levemente.
Una sirvienta entró en la habitación diciendo que mi tía la había enviado, sostenía un cacharro de plata lleno de agua fresca y cristalina, del borde colgaba una toalla blanca. Junté mis manos y las hundí en el agua, tomando un poco y enjuagándo mi rostro; repetí la acción un par de veces y después sequé el área mojada con la toalla. Luego, la sirvienta se retiró llevándose el cacharro y la toalla, con vehemencia.

Entre Amores y Corsarios // Serie Lodwig #3Where stories live. Discover now