Capitulo 25

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Margaret

Todo resultaba ser difícil para mí, todo. Y todo parecía proveniente de un ser mítico y superior que parecía desear lo contrario a lo que me gustaría. Era una de las últimas veces que vería a Jhon, ya que muy pronto partiría en El Cádiz hacía un destino que ya no recordaba. Era frustrantemente insoportable.

Acababa de despedirme de el pequeño encuentro con él, y eso también me había resultado difícil. ¡Maldición! Sabía que luego debía esperar su regreso pero no era eso lo que me molestaba, lo que me desagradaba era la incógnita de... ¿cómo soportar a Lord Emercy y evitar el matrimonio con él, hasta que Jhon regresase?

Camino hacía mi Mansión maquinando en mi mente la pregunta y dándole mil vueltas al asunto, aunque no encontrase una respuesta congruente.Debo apurarme por que al parecer,iría a llover si se tomaba en cuenta la cantidad de nuves grises en el cielo.
Jhon se había ofrecido a llevarme,pues él tenía un carruaje esperándolo,pero caminar hacía bien.

Sentía desfachatez por mí misma, me disgustaba la idea de no estar con él, era un viaje apresurado, precoz, quizá interminable, pero claro, Jhon no pensaba que fuera un viaje apresurado, precoz, e interminable.
¿Postergarlo? Eso no dependía de él.

La calle estaba escasa de gente, y esperaba que mi tía aún estuviera tocando su violín, aunque me daba mucho igual. Luego inventaría una excusa convincente, si era necesario.

Ví a una mujer con ropas castañas, cabello algo enmarañado, espesas ojeras y calzada con unos mocasines remendados, que parecía aproximarse a mí. Sin todo esto, quizá podría llegar a ser una bonita joven.

Me disponía a pasarla de largo pero ella se detuvo casi frente a mí.

-¿Es usted Lady Margaret Lodwig?-Preguntó con un débil hilo de voz, posicionándose delante de mí con poca actitud, pues parecía decaída.
Miré hacía mis lados por un instante, y me pregunté qué hacía aquella mujer en un barrio de personas ricas.

Quedese en claro, que lo mío no era discriminación, era extrañeza.

-Así es, ¿qué desea?- Pregunté firmemente.

-Así que es usted...- La mujer rondaría los 30 años, aunque parecía mayor con ese aspecto. Pareció pensarlo un momento y luego continúo- Me tardé un poco en encontrarla, pero al fin lo hice, esperé en este lugar varias horas por varios días, preguntando mucho pero no la encontraba y ninguna dama era usted. Me complace estar ahora frente a usted, pues yo no puedo acercarme a los suburbios de la alta alcurnia y el extremo poder, como comprenderá- Asentí cuando acabó de hablar.
Seguro se refería a los suburbios por los que las Mansiones estaban ubicadas, donde existía tan solo el lujo y la galantería; podrían echarla cruelmente al no pertener a dicho rango, y no sería la primera vez que pasase.

-Usted no me conoce pero tiene varias razones para hacerlo ahora- Aludió.
No respondí, ¿quién era esta mujer?-Posteriormente lo entenderá- Afirmó ella, con seguridad.

Al ver que yo no contestaba, continuó-Mi nombre es Adrianne Moritz, originariamente pertenezco a la clase media, por ende, no debe ser informal conmigo. Trabajé hace unos años en un burdel de la zona- Yo no entendía. ¿Un burdel? ¿Qué quería esa joven? ¿Quién era? Lo primero que se me vino a la cabeza fue lo lógico: dinero. Pero hasta ahora no lo había mencionado- Comprendo su confusión, seguro dirá, ¿qué quiere esta harapienta de mí? Quizá piensa que mis comentarios son veráticos, confusos, irrelevantes, y estoy sumamente consciente de que quizá usted, como es alguien superior a mí, no quiera escucharme- Aguardó un momento.

-No pienso eso en estos mismos momentos- Contesté.

-Y si lo pensara, yo no lo discutiría. Pero debe saber, que su futuro depende de esta conversación y de que yo le cuente lo que sé y lo que usted necesita saber... entonces,¿desea saber?- Preguntó.

Entre Amores y Corsarios // Serie Lodwig #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora