Capítulo 45: Juguetes.

76.4K 9.8K 6.1K
                                    

"Si el ser humano es por naturaleza un ser racional, cuesta entender cómo realiza tantos actos irracionales

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Si el ser humano es por naturaleza un ser racional, cuesta entender cómo realiza tantos actos irracionales."

Caym corría exasperado buscando por los alrededores del internado a su compañera, que tras su repentina desaparición le había dejado un mal sabor de boca, sobre todo con la existencia de Lucas en comentar que su amiga estaba en peligro. El joven no le había dado la importancia que merecía a ese peculiar comentario ni a las palabras de advertencia de Kimmie. No obstante, prefería buscarla en soledad que acudir a los amigos de Victoria e informar lo ocurrido. En cierto modo era su culpa no haberla protegido esa misma mañana e ignorarla. No tenía la necesidad de involucrar a terceros cuando aquel asunto le pertenecía.

No podía permitirse que la joven falleciera por un estúpido descuido. Jamás le premiarían por lo que hizo y su alma no sería tan satisfactoria si no terminó la misión que se le encomendó.

«¡La he protegido muchísimas veces! ¡Ha sido un maldito segundo que la he dejado sola!», pensó con irritación. Trataba de justificar su acto, pero él mismo sabía que no se auto convencería.

No había pasado ni una hora desde que ella se presentó en su habitación amenazando y ordenando que la protegiera como si se tratara de su misma vida. Todo pasó tan rápido que le costaba asimilar que quizás Victoria tendría el mismo cruel destino que Kimmie. Podía imaginarse las barbaridades que estaban haciendo con su cuerpo, con su delicada y delgada figura como si se tratara de una sucia muñeca de trapo.

Las peores desgracias en la tierra las causa el ser humano y eso lo sabía el varón a la perfección. Son sádicos, crueles, repugnantes y sin miramientos. Le daban arcadas solo de pensar en el individuo que le estaba causando todo aquello a la chica. Una terrible repulsión y una furia descontrolada quería salir de su demonio interno.

Miraba allí y allá por todo Fennoith y no había rastro de ella. Empezaba a jadear con desesperación, queriendo calcinar a todo humano que se hallaba en los interiores. ¿Quién tenía a la muchacha? ¿Quién la había herido?

Algunos alumnos se cruzaban en su camino y el muchacho los empujaba con hastío haciendo que tropezaran y se quejasen de la brutalidad del varón.
Pudo ver el alma de Kimmie, fuera en el patio. Por alguna razón nunca entraba dentro del internado. El demonio salió con rapidez al exterior y se plantó frente a su presencia. Su aspecto horrorizaba, sin embargo, la que se intimidó fue Kimmie que exhaló al ver la figura de Caym.

— ¡¿Dónde está?! —Le gritó con frustración.

Los alumnos que estaban descansando en el patio miraron al varón de soslayo al figurarse que había formulado una pregunta a algo inexistente—más bien que ellos no podían apreciar—. Pero le restaron importancia, pues alguien hablando para sí mismo en aquel siniestro lugar no era atípico ni mucho menos anormal. Sobre todo con los jóvenes macabros y fuera de mente que allí dentro albergaban. Ver a alguien con aquella actitud de loco era el pan de cada día.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora