Capítulo 22: Psicótico.

122K 11.4K 13.6K
                                    

Esa misma madrugada, Victoria no pudo conciliar bien el sueño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa misma madrugada, Victoria no pudo conciliar bien el sueño. La simple razón de haber provocado un completo desastre en la zona alta del internado le hizo sentirse inquieta toda la noche. Su demonio le dijo que las muertes debían de parecer un accidente. Sin embargo, el muchacho cometió el error de rajar su cuello, dejándose poseer por su monstruo interior. No comprendió si lo hizo porque sintió la necesidad de ver salir toda aquella sangre de su cuello, o porque Devan quiso deshacerse de la muchacha. Al fin y al cabo, no podía permitir que nadie acabase con su vida, pues era sagrada. Un alma tan macabra y despiadada como la de la chica era digna de interesarle a su demonio y protegerla como si de un diamante se tratase.

Daba vueltas sobre el colchón sin dejar de acariciar sus labios. Notaba un fuerte hormigueo cuando recordaba la sangre desparramarse de su boca conforme besaba al varón. Jamás experimentó un beso como aquel, tan siniestro y repulsivo. Su cuerpo le decía que quería más, que deseaba saborear otros besos similares.

«¿Me estoy volviendo loca?», se dijo para sí misma.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó cómo introducían una hoja de papel bajo la ranura de la puerta. Ella salió de la cama apresurándose en abrir la puerta y encontrarse con el individuo, pero antes de que pudiera darse cuenta allí no había nadie. Agarró la hoja y la leyó.

«¡Vaya! La mosquita muerta y su perrito faldero son los causantes de la muerte de Devan Barlow. Es un alivio, debo admitir. Pero el hecho de que os hayáis animado a deshacerse de él me cuestiono en qué más cosas andáis involucrados, zipi y zape.»

Elliot.

Frunció su ceño y arrugó la nota en su puño. ¿Cómo supo Elliot que Devan había muerto? ¿Estuvo espiando todo el tiempo? De ser así, cabía la posibilidad de que él hubiera presenciado el aspecto demoníaco de Caym.

     ━━━━━━ஜ۩۞۩ஜ━━━━━━━

Benister estaba tumbada en la camilla de la enfermería cuando los rayos de la luz solar le hizo despertar del sueño. Caym la rescató del armario que llevaba días encerrada. Lucía desaliñada, con el uniforme escolar sucio, manchado de su propia sangre. Le habían desinfectado las heridas superficiales y le vendaron el antebrazo, que recibió una apuñalada. La joven estaba confusa; todo el tiempo que estuvo sucumbida en la oscuridad de ese sótano creyó que su castigo aún no había finalizado y que quien la agredía era alguien enviado por el director para que aprendiera la lección. Supo que aquello no era cierto cuando el hombre aclaró sus pensamientos, dándole el brazalete que con anterioridad había perdido.
Cuando la claridad de la luz se adquirió a sus ojos, divisó la silueta de una señora su lado. Era la enfermera Margarett, quien le miraba con cierto desagrado. Benister no supo qué denotaba aquella expresión facial tan sombría.

—Tengo sed —murmuró ella en un hilo de voz. Estaba tan débil que le costaba incluso hablar. No sabía cuántos días llevaba sin comer decentemente.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora