Capítulo 2

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Estoy con el corazón a mil. El hombre que apesta a alcohol y a cigarros, da otro paso hacia nosotras poniendo sus ojos en el cuerpo de mi amiga, quien está algo nerviosa ante la mirada fija. Sólo puedo rogar en mi mente que alguien llegue y nos ayude, me gustaría gritar, correr, pero no me quiero arriesgar a que estos tipos nos puedan hacer.

Él vuelve a sonreír, una sonrisa que está llena de perversión. Miro a sus amigos cerca de la fogata, están todos mirando la escena con diversión y curiosidad. Ni siquiera tienen miedo a lo que pueda pasar. Julliete sonríe, disimulando su nerviosismo.

—¿Qué sería eso divertido? —pregunta mi amiga, tan casual. Me deja perpleja.

Veo que el tipo sonríe aún más con ganas, bajando su mirada al cuerpo de ella, con descaro. Pasando su lengua por esos asquerosos labios. Siento ganas de vomitar.

—Puedo llevarte a conocer el vecindario, nena —responde, estrechando su mano—Mi nombre es Richard, seré tu hermoso guía esta noche.

Observo a mi amiga, quien está tan emocionada ante la propuesta o invitación. No puedo creer su actitud. Estoy debatiendo en interrumpir su charla o no, sintiendo millones de escalofríos en mi espalda. Miro hacia la fogata, estas personas llaman mucho la atención, podría jurar que llegaría una patrulla para salvarnos el trasero, pero parece que en este lugar está siempre libre de policías.

Al mirar de nuevo a los chicos de atrás, mis ojos se encuentran con el chico del comentario obsceno, haciéndome tragar grueso. Tiene una sonrisa ladina en su cara, llevándose el cigarro a los labios para inhalar mientras me mira. Me estremezco.

—Acepto —Escucho que Julliete dice, la miro de inmediato con mis ojos en órbitas. ¿Qué diablos, Jull?

—Perfecto —Habla Richard, apoyando su mano en la cintura de ella para hacerla caminar. Estoy entrando en pánico, por suerte Julliete se da cuenta de mí.

—¿Qué hay de Sky?

El tipo se detiene, mirándola con el ceño fruncido.

—¿Quién?

Julliete me señala.

—Mi amiga, no la dejaré sola.

Estoy aguantando en soltar un bufido, pero lo evito. Debería decir que prefiere irse conmigo, a casa, en vez de irse con un tipo que no conoce. Richard pone sus ojos en mí y la sensación en mi cuerpo es peor. Quiero huir. Él sonríe, encogiendo sus hombros a la vez.

—Derek puede cuidarla —simplemente dice. Esta vez yo frunzo mi ceño.

—¿Derek? —Mi amiga me roba las palabras de la boca.

—Acercate, hombre .—Richard le pide justamente al chico del comentario obsceno que venga, quien bota su cigarro al suelo y camina en paso lento pero seguro. Ni loca me quedo con él.

—Tengo mejores cosas que hacer, Richard —responde con algo de fastidio—No quiero hacer de niñera mientras tú te vas a follar.

¿Follar? Miro a Julliete, quien se ruboriza. Mierda, espero que no haga nada indebido. Ahora, ¿niñera? Yo tampoco deseo estar a su compañía, también tengo mejores cosas que hacer.

—Si Derek no la puede cuidar, entonces no habrá recorrido —dice mi amiga formando pucheros. La desconozco.

Veo cómo Richard se tensa y sólo debe tirarle una mirada a su colega para que acepte el favor. Es muy intimidante.

—Yo...yo no quiero —Hablo al fin, pero soy absolutamente ignorada por todos.

El tal Derek suelta un bufido.

Peligroso EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora