Espesura-Repugnancia II

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SI sois algo sensibles no leais este capitulo, puede resultar molesto.

p.d: perdonar el retraso a la hora de subir capítulo, y porfavor comentad vuestra opinion

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Repugnancia es lo que me invade. Repugnancia e ira. ¿Cómo se atreve? Desagradecida. Desagradecida. ¿Daniel y ella en una relación?, Daniel, hermano de mi muñeca muerta, parte de la plaga. Un ser infectado. Un ser infectado por la plaga ha estado tocando a aquello por lo que he arriesgado mi vida. Un infectado ha osado mancillar, quizá arrebatar su inocencia. Puta. Ella murió por su culpa ¿y así se lo agradece? No se merece vivir. No se merece nada. Lagrimas de rabia se agolpan en mis ojos, la garganta me arde, al intentar reprimir el dolor, enfado y repugnancia que siento hacia la única persona que me queda en la vida, fruto de mi amor por Sofía.

Siento una creciente ansiedad. Házselo pagar. Agarro un cuchillo, preguntándome cuan afilada la punta puede ser. Paso una yema del dedo por el costado más afilado, sin presionar. De pronto siento como si los bordes de mi cuerpo se difuminasen, siento mi estabilidad y energía abandonar mi cuerpo, como si me hundiese. Quiero desaparecer.

Quieres morir.

Quiero abandonar este mundo hostil, quiero arrancarme la piel hasta librarme de esta enfermedad instalada en algún lugar de mi cuerpo. Quiero dejar de sentirme febril.

Suicídate, suicídate. No sirves para nada, no puedes con tu cometido, no puedes siquiera mirar a tu hija.

Esa puta.

Con el último sentido de la realidad clavo el cuchillo en la tabla de cortar de la mesa. Deslizo el cuchillo por la tabla, hasta que la presión hace que se me resbale el cuchillo y al agarrarlo un pequeño, pero profundo corte aparezca en mi dedo índice.

Observo la espesa sangre fluir de la herida, el dolor me proporciona una estabilidad gratificante. Hago presión en la herida, una punzante sensación me recorre el dedo. Siento como me relajo y la sangre que ahora se desliza por todo el dedo llega hasta mi palma me hipnotiza, saber que es mi sangre, parte de mi vida escondida bajo piel lo que ahora fluye en el exterior, el oscuro color original de la sangre aclarándose cada vez que se desliza más lejos por mi cuerpo me causa una especie de fascinación enferma.

Levanto la vista de mi  mano y me encuentro con el reloj de pared. Marcando sonoramente que llego tarde a la comisaria. El segundero insistiendo en mi retraso con cada movimiento.

Estiro la espalda y encuadro los hombros, necesito arreglarme, necesito normalidad.

Llego a la comisaria y me encuentro con la mirada del acompañante de Jorge en la puerta.

-Hemos asumido que no vendrías hoy Lucas

-¿Por qué llego tarde?-le respondo de forma cortante.

Me mira de arriba abajo, evidentemente el sentimiento de desagrado es muto. –No- me responde secamente –Anastasia ha mencionado que ayer te tuvo que traer a casa porque por lo visto las fotos te impresionaron demasiado y no te sentías bien- Me sonríe sardónicamente y resisto el impulso de pegarle un puñetazo.

-Me temo que Anastasia intentaba excusar que ayer vino a mi casa, tras conocerme por primera vez ese mismo día con la intención de acostarse conmigo. Por lo visto los policías no saben cómo satisfacerla.

El policía, del cual aun no se su nombre me mira con odio, evidentemente he herido su ego, probablemente porque babea tras Anastasia o porque he insultado sus capacidades sexuales de las cuales no se debe sentir muy seguro.

Paso de largo yendo directamente a la misma sala donde fui ayer, sin embargo no encuentro a Anastasia o Jorge, no pienso pedirle el paradero de alguno de los dos al gilipollas de la puerta por lo que me giro al primer policía que veo, que resulta ser una pequeña mujer pelirroja de aspecto fiero a preguntarle.

La mujer me conduce a una habitación con una gran ventana. Hay monitores en la habitación en la que me encuentro y otro policía más. Tras la ventana están Anastasia y Jorge conversando con quien parece ser la profesora de música de mis muñecas.

Estoy en un interrogatorio.

-Como ves, Anastasia y Jorge están interrogando a Clara Hümber, la profesora de música de ambas víctimas. Siguiendo vuestra teoría de las muñecas descubrimos que en efecto, las niñas tuvieron una muñeca de porcelana, aunque no a su imagen, y que la profesora de música tenía también una muñeca de porcelana en el alfeizar de la ventana de su clase. Jorge pidió una orden de registro al juez, y este, desesperado por hacer quedar bien a la comunidad y que parezca que la policía sabe de verdad que hacer respecto a este caso le dio la orden. A pesar de que no había nada concluyente. No encontramos nada relacionado con los asesinatos, sin embargo, encontramos algo que se podría considerar mucho peor- La policía me mira de reojo, disfrutando de que le esté prestando toda mi atención, y hace una pequeña pausa para regodearse en ello. –Encontramos cintas porno de ella abusando de niñas, entre ellas, las víctimas de los asesinatos en su aula de música.

La policía me mira de frente examinando mi shock inicial y esperando a que pase.

Pero no puedo dejarlo pasar.

Me entran arcadas y se me nubla la vista, un tic nervioso parece desarrollarse en mi ojo izquierdo, por lo que me doy la vuelta para que la policía solo pueda ver mi espalda y no el significado de sus palabras en mi rostro.

Mis muñecas mancilladas, sucias.

Repugnantes.

Intento mantener una respiración regular, cierro los ojos esperando que el tic retroceda, y oigo entonces algunos fragmentos de la conversación del interrogatorio, evitando que la policía me vea bien me giro para mirar la ventana, y observar mejor el interrogatorio.

-Las niñas amenazaron con hablar, dijeron que se lo dirían a sus padres, y usted tuvo miedo. Reaccionó- Le dice Jorge a la profesora.

-No sé de qué me habla- responde entrecortada, detonándose en su voz un temblor delatador.

Anastasia, sentada al lado de Jorge y enfrente de Clara Hümber se limita a observar.

Jorge mueve una pequeña tableta, que había estado en una esquina de la mesa al centro. Presiona un botón del aparato y la pantalla se ilumina, mostrando el inicio de un video de lo que aparenta ser una clase de música normal. Poco después se muestra el abuso sádico de la profesora de música con sus alumnas. En ese video aparece Amparo, mi muñeca, siendo abusada de las peores maneras.

Ira y repulsión hierven en mí. Jorge pausa el video y Anastasia muestra una carpeta que había mantenido en su regazo a la profesora. La carpeta está llena de imágenes del abuso de la profesora a muchos niños, entre ellos Victoria también.

Quiero arañarme la cara, los brazos, el cuerpo, para cerciorarme de que es verdad todo lo que estoy observando. Estoy realmente en esta sala.

Quiero arañarme y hacer marcas en mi piel para aliviar este cumulo de sensaciones asfixiantes que parecen controlarme.

Mis muñecas, mis perfectas muñecas, eran portadoras de abuso y repulsión. Marcadas por otra persona que no era yo. Su ingenuidad e inocencia destruidas. Siento repelencia hacia ellas, ningún amor hacia mi trabajo queda en mí. Tan solo desolación. Desalación y odio.

Salgo de la habitación detrás de la ventana para entrar en el interrogatorio. Preso de un terremoto de sensaciones superponiéndose unas a otras.

Mátalos a todos.

La muñeca de porcelanaWhere stories live. Discover now