Reflejos

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Oigo su risa, es preciosa. Clara, alta y transparente. Oigo como el aire abandona sus pulmones, y como los vuelve a llenar tras un jadeo. Pero no deja de reír en ningún momento, es preciosa.

Unas blancas manos retiran mis manos de la cara. Me encuentro sentado en un verde banco, cerca de una carretera vacía, y ella está delante. Sofía. Su pelo negro esta ondulado, de esa forma tan especial que se le pone recién levantada. Sus claros ojos azules me miran con cariño. Ha dejado de reír, pero sigue sonriendo.

-¿Y esa cara?- me dice mientras se agacha hasta quedar a la altura de mis negros ojos.

-no debí hacerlo, no... Fue un error, oh que estupidez

Tuerce sus rosas labios a un lado y me mira extrañada -¿Acaso no crees en tus acciones?

-por supuesto, no es eso, tan solo que es mucho trabajo. Delicado, no puedo permitirme estropearlo dejando todo a la vista...

-¿Y lo que me hicieron a mi?, fue a la vista, todos ellos lo vieron y no hicieron nada. Nada. Se lo merecen, ¡se lo merecen!- Sus azules ojos se comenzaron a tornar negros, sus pequeños labios se estrecharon a los lados y se hicieron más finos, su mandíbula comenzó a tornarse cuadrada, al tiempo que el cabello se le caía, y el nuevo se esclarecía hasta ser castaño oscuro. La nariz se le alargaba y se encogía en si misma hasta ser algo ganchuda.

Estaba observándome a mí mismo, con la única diferencia siendo que la piel de mi reflejo seguía siendo clara como la de ella. Los ojos de mi reflejo estaban llenos de ira.

-¿Asustado?- rió- Mírate, eres débil, no eres nadie, dejaste que ella muriese, como también tu hija morirá, ¿Lloras porque es difícil?, oh pobrecito, ¿Quieres morir?, oh claro que quieres asqueroso, pero noo, esta tu hija, no la puedes dejar sola, ¿Cierto?, ¿Qué tal si le haces lo mismo que a tus muñecas?, ¿Qué tal si la matas?, después de todo lo haces por ella ¿No?, si no puedes con el trabajo, acaba con el que te manda hacerlo. Mátala, mátala, mátala.- mi reflejo comienza a reírse alocadamente, tras lo cual se pone a chillar, es un grito agudo como de millones de espejos rompiéndose y callendo los pedazos al suelo. Su cara y manos comienzan a agrietarse, pero él sigue chillando. Estoy llorando noto el calor que despide mi cara por la rabia, y las lágrimas empañan la vista. Mi reflejo comienza a agrietarse hasta tal punto que explota. Explota en mil pedazos.

Retiro las manos de mi cara mientras mi cuerpo lucha por recuperar el aire entra sacudidas. No ha sido real, nada ha sido real.

Claro que no ha sido real, ella está muerta, está muerta, me repito, a lo que me pongo a reír. Rio escandalosamente y me seco el sudor de mi frente al tiempo que sigo llorando. No ha sido real, claro que no. Rio. Me balanceo hacia delante y hacia atrás en el banco, encogiendo las rodillas, de las cuales me agarro. No puedo parar de reír. Sé que si lo hago me quedaré a solas con mi mente, y esta me pide sangre.

Estoy aterrorizado, pero al cabo de un rato dejo de llorar y mi risa se apaga. Me seco las lágrimas y consigo tranquilizarme un poco. Lo suficiente como para volver al coche.

En casa me encuentro con la preocupada mirada de mi hija, no porque mi cara muestra rastros de lo que acaba de pasar, ni porque por primera vez en años llego al anochecer, pero porque en la tele se habla del asesinato de Amparo.

Le doy un beso en la cabeza, y ella me mira, parece a punto de llorar.

-yo tengo una muñeca a mi imagen de porcelana.

Me pongo rígido

-lo sé, ¿Que ocurre por ello?

-¿No te parece siniestro, por ahí fuera hay una persona demente matando a niñas y tirándolas por ahí con una muñeca de porcelana idéntica, y mientras, aquí estoy yo, en mi casa con una muñeca de porcelana a mi imagen tan tranquila...

-yo no diría que tranquila...

-¡papá!

-hija...

-¿Es que no lo ves?, ¡estoy pidiendo a gritos ser una especie de símbolo para el demente, y mientras tú lo defiendes, publicando en tu articulo tu teoría sobre la locura!

-cariño tan solo defiendo un punto de vista en que no puedes catalogar simplemente a una persona con locura por creer en algo, puesto que no hay una realidad absoluta, cada uno ve las cosas de una manera, y cree que esa es su realidad porque es lo que ve. Y si alguien de los dos ve las cosas de otra manera, ¿Quién eres tú para decidir cuál es el loco?

- pues el que va por ahí matando

-pero entonces lo estas acusando de locura porque te sientes amenazada, pero no tienes pruebas para demostrar que su realidad no es cierta, y por tanto que actúe en consecuencia a esta realidad no es más que un comportamiento NATURAL y NORMAL.

-¡Papá, no te pongas de parte del loco!, todos sabemos que matar es de locos

-lo dices porque representa una amenaza y no puedes permitirte ver las cosas desde su punto porque eso significaría que tú también eres una amenaza- veo que va a replicar y la interrumpo- ¿Quieres un melocotón?

Comienza a llorar y me mira ofendida -¡Soy alérgica!, si como uno muero

Comienzo a disculparme-perdona, es cierto, lo había olvidado

-parece mentira, pues así fue como mamá murió- dice con voz fría.

Antes de que pueda decir algo se levanta y se marcha. Dejándome con el melocotón en la mano y mis pensamientos.

Mátala, mátala, mátala.

Aprieto el melocotón con fuerza, la pulpa y el líquido me resbalan por el puño. Ellos lo sabían, ellos la mataron. La plaga, la plaga. La he de erradicar.

La muñeca de porcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora