La muñeca de porcelana

El viento helado ondulaba las aguas del profundo lago, el sol comenzaba a derretir la oscuridad, y sus colores se esparcían por el horizonte como si alguien hubiese difuminado con el dedo y se hubiese olvidado de cuando parar. La nieve caía suavemente ocultando que el suelo fuese alguna vez verde y el hielo cubría los secretos.

En las negras aguas del lago, una muñeca se balancea al son del agua. Su pelo de fuego esparciéndose por su rostro y hombros juguetón, un vestido blanco flota a su alrededor, formando un aura resplandeciente en torno a la muñeca. Su piel de porcelana brilla y de una de las delicadas manos de la muñeca una niña se agarra a ella.

Es idéntica a la muñeca, con la excepción de que los labios de la niña comienzan a tornarse azulados y sus ojos verdes miran hacia la superficie, donde el sol brilla, sin ver.

En la superficie alguien observa, no es muy alta ni muy baja, su pelo es castaño oscuro, corto, y su fisonomía no es bonita, pero tampoco fea. Es normal, como la cara de un desconocido al pasar, la cual dura en tu mente un segundo su imagen antes de caer en el olvido. Eso es, la persona es una persona mediocre, de esas que mueren solas, sin nadie a su lado. Es una persona olvidada.

Es un hombre quien observa a las gemelas hundirse, es un hombre el que sonríe cuando desaparecen en el abrazo de la fría agua.