21 Revelaciones en la Mansión

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Cuando parecieron llegar a un acuerdo y todo quedó muy bien planificado, es decir, sobre las ocho y media de la tarde, fue cuando al fin salieron de mi casa todos aquellos desconocidos, despidiéndose de mí con mucho afecto asegurándome que montarían guardia fuera de la casa para protegernos. Mi sonrisa de agradecimiento fue esencialmente falsa, puesto que si vigilaban que nadie entrara, también vigilarían que nadie saliera.

-        ¿Te quedas esta noche a dormir aquí?-le pedí a Yamilé en cuanto se cerró la puerta.

-        Sin problema, a mi padre no le importará.

-        Hablo yo con él si quieres -se ofreció mamá.

-        Ok.

-        Bueno, hay un pequeño problema, el teléfono se me cayó y no va -les informé apenada.

-        Bajaré y hablaré por una cabina, da igual -restó importancia mi madre.

Esa podía ser la última vez que viera a Yamilé hasta… quizás nunca volviera a verla, y quería pasar el mayor tiempo posible con ella. Mientras ambas buscaban papel y boli para que Yamilé le escribiera el número al que llamar, mi padre y mi abuelo se acercaron a mí.

-        ¿Quieres qué hablemos?-preguntó mi padre acariciándome la cabeza.

-        Creo que por hoy ya se han hablado muchas cosas, preferiría que dejáramos de hablar hasta mañana -contesté apartándome un poco.

-        Todo lo que hicimos…-empezó a decir el abuelo.

-        Fue para protegerme -le corté-, lo sé, y lo entiendo, y os lo agradezco también, aunque hubiera preferido que no me ocultarais tantas cosas. Ya no hay nada que hacer, ha pasado así y, en serio que no estoy enfadada, quizás en vuestro lugar yo hubiera hecho algo parecido. No sé –me encogí de hombros, ambos hombres me miraban con tristeza; yo odiaba esa situación. Quería irme ¡ya!- Me voy a mi cuarto, mañana será otro día.

Tropecé con Sac en el pasillo, el pobre llevaba una cara pésima.

-        Ojalá nunca le hubiéramos pedido a Pando que investigara a ese tal Unai…-se lamentó con voz ronca-. Nada de esto hubiera ocurrido si no fuéramos tan estúpidamente curiosos.

-        ¿Y ahora de qué vale lamentarse?-mi voz era un suave murmullo lastimero-. Alex ha llamado.

-        ¿Y qué ha dicho? O mejor, ¿qué le has dicho tú? ¡Ese Gregorio es su socio!-susurró observando que nadie estuviera cerca-. ¿Por qué no les has dicho a esa gente que es socio del pub? Por Alex, ¿no?

-        Sí.

-        Lo imaginaba. ¿Qué te ha dicho él?

-        Que teníamos que hablar y que no me fiara de la Orden.

-        ¿Él sabe lo de la Orden?-preguntó recuperando su rostro de pasmo.

-        Hay mucho que tengo que contarte, pero ahora lo que necesito es que me ayudes a salir de aquí para hablar con él.

-        ¿Quieres escaparte?-preguntó sin dar crédito-¡Pero si fuera están vigilando los de la Orden esa!

-        Lo sé, vamos a mi cuarto –urgí al ver que podían escucharnos si seguíamos en el pasillo.

Fuimos con paso rápido y cerré la puerta antes de volver a hablar.

-        Quiero convencer a Alex de que se venga con nosotros y se aleje de esas… criaturas.

El Principio del Fin (libro 0 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora