11 Sorpresa Navideña

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El martes hice el último examen de la evaluación, ¡por fin! Y el resto de días no fueron relevantes, las clases carecían de importancia sin la amenaza de un examen, por esa razón se conocía aquello como “los días de pasoteo”, donde las horas transcurrían en una relajada tranquilidad. Sin embargo, el jueves tuve una inesperada sorpresa.

El odioso señor Anchoa me hizo quedarme diez minutos más en el recreo por haber llegado ¡un insignificante minuto tarde! Así que cuando salí de su clase fui corriendo a la cantina para reunirme con la gente y, con las prisas, no cerré bien la mochila, por lo que se me cayeron todos los libros y bolígrafos al suelo.

Nota Mental: Recordar siempre el refrán “¡ve despacio que tengo prisa!”

Me agaché con resignación, y recogí tranquilamente todos los libros y bolígrafos; hacerlo deprisa no me había traído nada bueno.

-        Si guardaras los bolígrafos con más lentitud, tendrías un puesto asegurado entre los mimos -murmuró una voz socarrona tras de mí.

Me sobresalté al reconocer la voz, no le había oído acercarse como siempre ocurría, y me sorprendió mucho descubrir a Alejandro justo detrás de mí.

-        Si te acercaras a la gente con más sigilo, tendrías un puesto asegurado entre los espías -repliqué.

Él esbozó una de sus atractivas sonrisas antes de ayudarme a recoger mis cosas.

-        Gracias -musité sintiéndome nerviosa de pronto-. ¿Has venido otra vez a recordar tus años de instituto?-le pregunté mientras cerraba bien mi mochila.

-        No, en realidad he venido a verte a ti -contestó esbozando otra sonrisa, ésta más perezosa.

-        ¿A mí?-le observé con cierta incredulidad- ¿Y para qué?

-        Para saber si tenías algún plan este viernes.

-        Recoger mis notas -le dije tratando de ignorar el cosquilleo que sentía en el estómago.

-        Me refería por la noche -aclaró impasible.

-        Celebrar el fin de clases con mis amigos.

-        Podríais celebrarlo en mi pub -sugirió con sus bonitos ojos de caramelo fundido fijos en mí.

-        No, vamos a ir al Telepizza, ya lo hemos planeado todo –dije decidida, jamás pisaría ese lugar si podía evitarlo.

-        ¿Y el sábado? –insistió sin perder el ánimo.

-        La verdad es que no me agrada mucho ir a tu pub, a ninguno en realidad -añadí para que no se ofendiera.

-        Bueno, pues vamos a otro sitio, ¿dónde quieres ir?-continuó impertérrito.

Fruncí el ceño suspicaz.

-        ¿Me estás pidiendo una cita?-pregunté.

-        ¿No es evidente?-contestó alzando las cejas.

-        ¿Y por qué?

-        ¿Tengo que explicártelo?-dijo con una sonrisa burlona.

-        No, digo que, ¿por qué ahora?

-        ¿Por qué no?

-        ¿Tienes que responder a todo con una pregunta?-dije ahora molesta.

-        ¿Tienes que hacer tantas preguntas?-replicó a su vez, y luego añadió-. Sólo quiero verte más a menudo y no esperar a que las circunstancias me permitan hacerlo, ¿es eso tan raro?

El Principio del Fin (libro 0 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora