13 Año Nuevo

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Último día del año 2000.

Me sentía extraña. Aquel último día del año me parecía el último de más cosas. Tenía el presentimiento de que el nuevo año sería distinto a todos los anteriores, como si algo grande se acercara, como si algo nuevo y diferente fuera a venir con aquel nuevo año; aunque no sabía si sería para bien o para mal. Era curioso que antes de que empezara el 2000, (el cual era el año maldito, el año del fin del mundo y todo eso) yo no me hubiera sentido tan nerviosa como en aquella Nochevieja. Año nuevo, vida nueva… siempre se decía eso, siempre, pero en esa ocasión, sentí que sería así para mí.

No volví a ver a Alejandro desde aquel día en el que quiso besarme. Sabía que estaba con mi hermano enseñándole defensa personal, pero nunca me acerqué a casa de mi abuelo, pensé que era mejor evitar la tentación. Sin embargo, ese día no tendría más remedio que verlo, y estaba nerviosa también por eso.

-        ¡Abre la puerta, Diana!-gritó mi padre desde la cocina.

Se me hizo un nudo en el estómago de pronto; era Alejandro, sin duda, porque ya era la hora. Abrí la puerta del portal y esperé a que subiera. En cuanto lo vi, el nudo aumentó la presión. Volvía a estar elegante, y, aunque llevaba la camisa de color azul oscuro, el resto continuaba siendo negro.

-        Hola, Diana -saludó al llegar a la puerta-. Estás preciosa.

Llevaba un vestido de cuello alto sin mangas de color azul marino, zapatos de tacón medio, un collar largo plateado, pendientes largos a juego y un par de pulseras. Nada excepcional.

-        Gracias, tú también estás muy guapo -murmuré fingiendo estar tranquila.

-        ¿Hoy no me das dos besos?-preguntó en cuanto cerré la puerta, con voz sugerente.

-        Claro.

Me acerqué a dárselos, y el agradable olor de su colonia inundó mis pulmones por un momento.

-        Puntual como siempre, así me gusta, chico -fue el saludo de mi abuelo-. ¿No conocías aún esta casa, no?

-        No, es la primera vez que vengo.

-        ¡Pues yo te la presento!-se ofreció Sac nada más salir de la cocina.

Salieron mis padres también a recibir al muchacho, y estuvimos Sac y yo enseñándole la casa. Después preparamos la mesa, igual que en Nochebuena. En esa ocasión, teníamos cordero al horno, escalibada, patatas asadas, ensalada con: tomate, cebolleta, maíz, zanahoria, espárragos y brotes tiernos; de salsas había mahonesa y alioli.

-        El secreto de un buen cordero al horno es echarle únicamente agua, así se hace con todo su sabor -reveló papá durante la cena.

-        Y dinos, Alejandro, ¿en qué trabaja tu padre?-preguntó mi madre a continuación.

-        Es un hombre de negocios, lleva bastantes cosas entre manos. Es aburrido -respondió lacónico.

-        Pero, ¿no viene ni a pasar la Nochevieja contigo?-continuó.

-        Está muy ocupado, y tampoco le hemos dado mucha importancia a estas fechas.

-        ¿Y no tienes más familiares? No me malinterpretes, nos gusta tenerte aquí, es sólo que parece raro que no estés con nadie de tu familia.

-        Sólo me queda mi padre, y, en el caso de no estar aquí, hubiera estado en el pub, allí se está preparando una gran fiesta.

-        ¿Y prefieres estar con nosotros?-preguntó ahora con incredulidad Sac- Menudo cumplido.

El Principio del Fin (libro 0 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora