❝La alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como el dolor❞
-Alejandro Dumas
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El cuerpo de Harley fue posado sobre una de las camillas que había en la enfermería.
Ella se quería dejar ir y dormir, pues se sentía tremendamente cansada. Sin embargo, había algo que la inquietaba y que le hacía que, aunque todo su cuerpo le gritase por cerrar los ojos, ella no pudiese hacer más que mantenerlos abiertos.
Y era porque se había dado cuenta de que no saldría de aquello.
En aquella comunidad solo había dos médicos: Pete y ella, y el primero era el que la había llevado a esa situación.
Por lo que sabía que no había nada más que hacer que esperar a que todo acabase.
A su alrededor, varias personas hablaban y se movían de un lado para otro, pero Harley solo era capaz de verlas como si fuesen un borrón.
Con esfuerzo, alargó la mano y consiguió coger el brazo de alguien. Esta resultó ser Maggie, la cual echó su cuerpo hacia delante para poder escucharla.
—¿Dónde está Rick? —quiso saber Harley, sintiendo la boca seca y la voz ronca.
No tenía ni idea de por qué quería saber dónde estaba él y se sentía demasiado cansada como para preguntárselo en aquel momento. Lo único que quería, tras comprender que iba a morir, era tener a Rick cerca.
Pero Maggie negó con la cabeza y eso hizo que Harley cerrase los ojos y echase la cabeza hacia atrás.
Él no estaba en la enfermería y posiblemente no estaba lo suficientemente cerca de ésta como para llegar antes de que ella muriese.
Un dolor momentáneo se instaló en su pecho, pero éste no tenía nada que ver con la herida de su costado. Era algo mucho más profundo e intenso. Era una herida completamente distinta.
Quiso dejarse ir por ello, pero un toque en su hombro le hizo volver a abrir los ojos con rapidez.
Delante de ella vio a Deanna, la cual apartó varios pelos del rostro de Harley.
