❝El riesgo de una mala decisión es preferible al terror de la indecisión❞
-Maimónides
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Harley entró en la enfermería y la encontró igual que siempre. Solitaria y solo con Eric en la cama, aunque esta vez se encontraba solo y dormido.
Ella intentó no hacer demasiado ruido y se acercó a las estanterías, mirando los medicamentos que había allí. Se sorprendió de la cantidad que tenían, ya que siempre había creído que, tras todo lo que había pasado, no quedaría ni una sola medicina.
Sin embargo, aunque había mucha, no era suficiente. Faltaban algunos medicamentos que eran muy importantes y vitales.
Luego pasó a buscar el instrumental. Tenían las cosas básicas, pero en cuanto a instrumentos de cirugías iban escasos.
Con suerte tenían allí un bisturí y Harley dudaba mucho de que estuviese esterilizado. Harley cogió el bisturí entre sus manos y lo observó detenidamente. Todavía tenía algunos restos de sangre de la última persona en la que lo habían usado.
Entonces, escuchó que la puerta se abría y al instante Harley se giró, posó su antebrazo en el cuello de la persona hasta estamparla contra la pared y elevó el bisturí, dispuesta a atacar.
Delante de ella encontró a Pete, mirándolo entre divertido y sorprendido y con las manos elevadas, mostrando que no iba armado.
Al verle, Harley bajó el bisturí y dio un paso hacia atrás.
—Lo siento —dijo ella—. Es un acto reflejo...
Sin embargo, él posó sus manos en las caderas de ella y la atrajo de nuevo hacia su cuerpo.
—Si querías estar tan cerca de mí solo tenías que pedirlo —le susurró cerca de su cara.
Harley le miró con asco y le dio un golpe en las manos que hizo que la soltase.
—Si no quieres que la próxima vez te hinque de verdad el bisturí en la cabeza, no vuelvas a tocarme así —le avisó con odio ella.
Aun así, él simplemente se rió y se acarició las manos tras el golpe que Harley le había dado. Luego se acercó a un armario y sacó una bata blanca, la cual se puso encima de su ropa. Cogió otra y se la tendió a Harley, pero ella no la cogió.
