Me gustas.

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-         A ver, abre los ojos. Grande, más grande. – Marta levanta su brazo y con una pequeña linterna alumbra directamente la pupila de Ruth.

-         ¿Tiene algo? – interviene Eric, que mira curioso a su madre.

-         Te preocupas mucho, ¿no? – él la mira intentando decirle que corte el rollo. – Es broooma. No, no es muy grave, pero creo que deberías pasarte esta semana en reposo. ¿Has sentido mareos o pequeños desvanecimientos desde la caída?

-         De vez en cuando, pero no muy fuertes.

-         Entonces deberías estar en reposo, intenta no hacer ejercicio de ningún tipo, ¿tienes alguien que pueda ayudarte?

-         La verdad es que no…

-         Sí, tiene a alguien. – Ruth se ve interrumpida por Eric, que la mira cómplice.

-         Está bien, esa persona ha de ayudarte, y no agobiarte a poder ser. Te voy a recetar un medicamento que va muy bien para este tipo de tratamientos. En una semana vuelve por aquí y te lo miraré de nuevo, ¿te parece bien?

-         Sí, muchas gracias señora Durán. – dice verdaderamente agradecida la muchacha.

-         No hay de que, cualquier cosa no dudes en venir, no está muy lejos. – ríe Marta.

-         Creo que es hora de que nos vayamos Ruth…

-         ¿Tú también te vas?

-         Sí.

-         Espera en la cocina mientras le hago la receta a Ruth, por favor.

Narrador: Eric.

Entra a la cocina y se acuerda de la primera vez que vio a Ruth. Él venía de Lima, no de Lima de Ohio, ni de Perú, de un pueblo cercano a Valle Verde. Era el primer día que pasaban en su nueva casa y mientras su hermana tomaba el sol, él estaba haciendo sus ejercicios diarios en el jardín lateral, al cual se puede acceder desde la cocina. Se acababa de cortar y el pelo, y estaba decido a ganarse a la gente de ese pueblo. Se bajó del columpio, cogió  una toalla y entró a la cocina secándose el sudor, sabía que ella tenía sus ojos puestos en su aún no tonificado cuerpo. La miró y le sonrió dulcemente. Era verdaderamente guapa, con esa cola alta dejaba ver unas perfectas facciones. Parecía tímida, con algo escondido, y todavía sigue pareciéndoselo. Días después se enteró de que esa chica era una Gómez Quintana, grandes enemigos de sus padres y su interés, que estaba aumentando con el paso de los días, se desvaneció por completo y decidió hacerle la vida imposible. Y, sin saber por qué, le resulta imposible. Su madre entra a la cocina.

-         ¿Qué te pasa con esa chica?

-         ¿Qué?

-         No parabas de mirarla, te preocupas por ella, y vas a cuidarla toda la semana. Es muy guapa y buena chica, es normal que te pase eso pero… ten cuidado, es una Gómez

Quintana.

-         Ella no me gusta mamá.

-         Eric, hijo. No es nada malo que te guste una chica, nada malo. De hecho puede ser algo genial y una magnifica experiencia, pero lo primero que debes hacer es aceptarlo, sino no la disfrutaras en absoluto.

-         Te he dicho que no…

-         Siempre te miras los pies cuando mientes. Ve y cuídala, y cuéntaselo, creo que a ella también le gustas.

The Outsider. (El rebelde)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora