La vida es sueño, y los sueños, sueños son.

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Abre los ojos lentamente y él está ahí está el. Con sus azules ojos posados sobre ella. Preciosos, pero llenos de rabia contenida… ¿Qué habrán visto esos ojos para parecer tan sufridos?

-         ¿Quintana? ¿Estás bien? – dice él alarmado mientras ella intenta incorporarse, nota un fuerte dolor en la cabeza.

-         ¡Ai! ¿Y este dolor? ¿Me has pegado o qué? – bromea la chica que observa atentamente la sonrisa que se forma en la cara de Eric.

-         Te caíste justo después de levantarte decirme que odiabas que te contestaran con otra pregunta, te resbalaste con la sangre que había caído en el suelo, por cierto, te debo una alfombra. . – Un momento… si se cayó y se desmayó después de eso… ¿No se han besado? ¿Ha sido todo un sueño? Oh dios, ¿Qué le está pasando con ese chico?

-         Em, no… no te preocupes, había que cambiarla de todos modos.

-         Si tú lo dices… ¿Quieres ir al médico?

-         ¿Qué? No, estoy bien, con una aspirina se me pasará.

-         Te diste un buen golpe contra la cama, deberías ir. Mi madre es doctora, si quieres la llamo.

-         No Eric, muchas gracias, pero estoy bien, creo que solo necesito descansar he tenido una mañana bastante peculiar… - el móvil comienza a sonar, su madre. Le dice a Eric que mantenga el silencio y contesta: - ¿Sí?

-         Cielo, soy mamá.

-         Lo sé, se leer.

-         Parece que mi señorita se ha levantado de mal humor.

-         Sí, algo así, pero ya lo hablaremos. ¿para qué llamas?

-         No estaremos ahí hasta la semana que viene, tienes dinero para comprar lo que necesites en la caja fuerte, ya sabes la contraseña, gástalo con moderación y solo en lo que necesites.

-         Está bien.

-         Demasiado feliz, no sé qué estarás haciendo en casa estos días.

-         Oh, lo típico. Ayer incendiamos la cabaña de la parte de atrás del jardín, y no sé para qué me dices lo del dinero, porque ya me lo he gastado en drogas y alcohol. – Dice sarcástica mientras se examina detenidamente las uñas.

-         Mientras en esas fiestas no esté ningún Durán. – Ruth se estira y miles de escalofríos recorren su cuerpo.

-         Tengo que dejarte mamá.

-         Oh perdona, que tienes clase.

-         En realidad solo he ido a las primeras horas, es que me he caído y no me encontraba muy bien.

-         ¿Por qué no vas al médico?

-         Porque no tengo vez, y además no estoy mal.

-         Me da igual, Ruth Gómez Quintana quiero que vayas al médico inmediatamente. – Eric que escucha se ríe silenciosamente y se echa hacía atrás apoyándose en las manos. – Pídele a la vecina que te examine.

-         ¿A Marta?

-         Sí, a Marta.

-         ¿No es que odiabas a los Durán, mamá? – Eric se incorpora interesado.

-         Técnicamente es una Abad, y lo creas o no, en un tiempo fue amiga mía. Cielo… debo dejarte, ando de aquí para allá seguido, te llamaré pronto e intentaré volver antes, aunque lo veo muy difícil, cuídate y ve al médico. Mañana hablamos, te quiero. – Su madre siempre es así cuando tiene prisa, dice que la llamará pronto, después que la llamará mañana, y seguramente la llamará de noche.

-         Está bien mamá, te quiero. – cuelga el teléfono y mira sonrojada a Eric. - ¿Puedes llevarme con tu madre?

-         Por supuesto, mi padre no está en Valle Verde, así que o habrá problemas.

-         Menos mal…

La chica se levanta con dificultad y se dirige al baño después de decirle a Eric que la espere abajo. Se lava la cara ya que tiene todo el rímel corrido de llorar, se maquilla de nuevo y sale de la estancia. Baja las escaleras despacio y ve a Eric esperando. Le abre la puerta para que pase y después la cierra detrás de ella.

-         ¿Qué le vas a contar?

-         Que me caí en el instituto porque estaba muy enfadada y resbalé, ¿Y tú?

-         ¿yo?

-         Sí, tienes una venda en la mano.

-         ¿Y qué? No tengo porque explicarles nada, no vivo allí y haga lo que haga no es su vida.

-         Yo lo haría igualmente.

-         Tú, pero tú no eres yo.

-         Nunca he dicho que fueras como yo, ni que debieras serlo.

-         Oh, vamos de una vez, no quiero hablar de esto. – Cada vez se da cuenta de que el tema de su familia le toca la fibra…

Llegan a la preciosa y maciza puerta de madera de la grande casa de los Durán. Es muy parecida a la suya, con dos pisos y un trastero, un jardín delantero pequeño, más bien de adorno, y un grande y largo jardín trasero. Son iguales a diferencia de que la suya tiene una pequeña cabaña al fondo del jardín, lejos de la vista de la casa donde su abuelo solía llevarla cuando era pequeña. Ahora apenas se usa. Eric saca a la chica de sus pensamientos pulsando el botón del timbre.

-         ¿Sí?

-         Mamá, soy Eric. Vengo con una personilla que se ha caído en el insti.

-         Eric… Enseguida abro.

La puerta se abre un par de minutos después y una mujer morena, guapísima, igual que su hijo se ve detrás.

-         ¿Tú eres Ruth no? La hija de Jaime y Luciana.

-         Eso dicen.-  Dice risueña la chica.

-         Pasad por favor, no os quedéis ahí fuera. Id a la cocina, enseguida voy.

La chica se adentra guiada por Eric en la gran estancia, completamente blanca con una ventana que deja pasar la luz y hace que la cocina se vea realmente bonita y acogedora. También observa la puerta que da al jardín lateral. Se sienta en uno de los taburetes que rodean la mesa central de la cocina y observa a Eric dirigirse al frigorífico. Aún recuerda la primera vez que vio a Eric, sus padres la habían enviado a darle una cesta de bienvenida (claramente no sabían que eran los Durán) y Joel la mandó pasar a la cocina. Mientras ella esperaba a darle algo para sus padres de parte del nuevo vecino observó como un niño rubio acompañado por otra chica más grande, también rubia, que tomaba el sol. Él estaba agarrado con las manos en la barra del columpio y hacía abdominales, flexiones o algo de eso sin camiseta. Lo vio bajarse, coger una toalla y entrar a la cocina por el jardín. Aún recuerda la mirada que le lanzó y esa bonita sonrisa que le mostró mientras secaba el sudor de su aún no completamente desarrollado cuerpo. Si ya era así de pequeño, no quiere imaginarse como será ahora, que tiene diecisiete años.

Gracias de nuevo un día más por leerme, capítulo corto pero es que no tengo tiempo... :S Os dejo una fotito de la hermana de Eric, Emma.

The Outsider. (El rebelde)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora