Capítulo 23

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La noche era oscura. El cielo había estado encapotado durante toda la tarde pero ahora estaba despejado y se podían observar perfectamente las estrellas. Me encontraba en mi habitación, sentada justamente frente al espejo del sencillo tocador de color beigs cuando mi padre me llamó desde el piso inferior.

Suspiré resignada. Me estaba poniendo de los nervios debido a la poca paciencia que tenía. Hice caso omiso a su llamada y rápidamente me eché sombra de ojos negra en los párpados. Maquillarme nunca había sido algo a lo que hubiera dedicado mi tiempo, es más no me gustaba, pero no tenía más remedio que ponerme formal para la cena. Dos horas antes, habían llamado a mi padre para invitarle a una cena de negocios y yo como su hija, estaba obligada a asistir.

Cuando terminé me escruté detenidamente en el espejo. Mis ojos de aquel extraño color azul grisáceo parecían más grandes y gracias al maquillaje mostraban un aspecto algo felino, y por un momento comprobé que eran más azules que grises.

En ese momento pensé en el problema que tenía.

A las doce había quedado con Matthew para investigar el asesinato donde un vampiro había hecho de las suyas en el callejón Kuznechny. Tenía que ir pesando ya una excusa creíble para decírselo a mi padre y que me permitiera irme de la cena sin levantar ninguna sospecha.

A continuación, me recogí el pelo en un sencillo moño trenzado, dejando dos mechones sueltos para que enmarcaran mi cara y corrí como loca a ponerme los tacones negros que combinaban perfectamente con mi vestido bañado de brillantes lentejuelas, mi favorito. Después, cogí la mochila que había sobre mi escritorio y comencé a meter mis armas: dagas, cuchillos, varios machetes y por último mi Glock, y automáticamente las guardé respectivamente.

Luego cogí un jersey negro, unas mallas y los botines los guardé también. No iba a tener tiempo de volver a mi casa, por lo que me tocaba vestirme en el aseo del restaurante. Tras coger mi chaqueta y mirarme al espejo por última vez, salí de mi habitación.

Cundo bajé las escaleras, mi padre me ofreció su brazo educadamente y yo lo agarré y juntos nos marchamos. Entramos en el coche, me senté en el asiento delantero dejado la mochila a mis pies. Él se percató de ello y me lanzó una mirada extrañada, pero no dijo nada, cosa que agradecí porque no hubiera sabido que decirle.

Entramos en el coche y me senté en el asiento delantero, dejando la mochila a mis. El viaje transcurrió en silencio. Mi padre apenas habló conmigo, así que yo me dediqué a chatear unos minutos con mi prima.

-   He visto a Eduard –dijo mi padre de repente.

Levanté la vista del móvil.

-   ¿Qué pasa? –pregunté extrañada.

-   Me manda recuerdos para ti.

Sonreí.

-   Es una pena que no vaya a asistir a la cena.

Horas antes, tras preguntarle por Edik, Roger me había confirmado que no iba a asistir a la aquella velada. Eso me había alegrado un poco porque no me apetecía verle en esos momentos. Mi corazón aún me dolía, los sentimientos estaban ahí y no podía olvidarlos de un día a otro. Necesitaba tiempo para recuperarme de aquello y seguir adelante, porque aunque hacía como si nada hubiera pasado y todo estuviera bien, era mentira.

Pero ahora, ya no sabía exactamente lo que sentía. Algo había cambiado entre Edik y yo. La relación que teníamos se había convertido en una relación de amor/ odio que no lograba comprender del todo y no sabía si podía seguir considerándolo un amigo. Así que por el momento, aquella "separación" era lo mejor para mí, ya lo decía el refrán "Ojos que no ven, corazón que no siente", pero ya empezaba a dudar de aquello.

La Cazadora de Vampiros © #TCE2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora