Capítulo 20

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A la mañana siguiente, yo ya estaba despierta cuando el sol salió por el horizonte. Me desperecé cual gato y suspiré. No había dormido bien esa noche. Constantemente me había despertado por culpa de las pesadillas relacionadas con vampiros y sombras que me perseguían.

En ese momento estaba tumbada en la cama mientras numerosas ideas volaban por mi mente, unas bastante coherentes y otras más disparatadas que de costumbre que formaban un caos en mi mente que lo único que hacía era confundirme más. No había sacado nada en claro, seguía en el mismo sitio, o sea... sin entender absolutamente nada.

Ladeé la vista a la ventana y comprobé que el sol se había esfumado. En el exterior había una espesa niebla y parecía haber tomado el control ya que no se veía casi nada. Me acurruqué ente las mantas y cerré los ojos al tiempo que una relativa paz se instalaba en mí.

Aunque no debía olvidar que la calma siempre predecía a la tempestad.

Le había dado muchas vueltas al asunto de la nota, pero no conseguía averiguar el autor o autora de aquello. Me pregunté quién podría haber sido pero no sabía de quién sospechar debido a que no había visto nada. Kirill comenzó a maullar, molestando pidiendo la comida pero hice como si no lo escuchara.

Oí un ruido seguido de un maullido. Me incorporé rápidamente ya que el gato no podía estar haciendo nada bueno. Enfoqué la vista y vi a mi gato mordiendo algo que tenía entre sus fauces. Abrí los ojos sorprendida y vi que se trataba de uno de mis jerséis favorito, uno rojo y blanco que siempre me ponía para la temporada de Navidad.

 Aparté las mantas rápidamente, me levanté y se lo arrebaté de un manotazo.

-   ¡Maldito gato! –le grité enfadada– ¡Mira lo que has hecho!

Volví la vista hacia mi jersey todo deshilachado y roto y gruñí. Le lancé una mirada asesina y salí corriendo detrás de él, pero el gato se escapó y corrió hasta perderse en algún rincón de la casa.

Suspiré.

Lo miré apenada. Lo tiré a un lado y volví a tumbarme en la cama mirando la niebla preguntándome que hacer a continuación.

                                                             ****

Tras desayunar algo ligero, me puse mi ropa de deporte. Estaba realmente aburrida y no sabía qué hacer, así lo único que podía hacer era algo de ejercicio para no perder la costumbre. Luego salí de mi casa para comenzar mi entrenamiento diario y matutino.

Tras varios minutos realizando los estiramientos, empecé a caminar alejándome de la Dacha hacia uno de los caminos de tierra. Me ajusté los auriculares a los oídos y le subí volumen a la música para motivarme.

Acto seguido, me puse a correr a trote, marcando un ritmo lento pero constante.

Iba corriendo por uno de los senderos mientras me venía a la cabeza el recuerdo de la tarde anterior, concretamente lo del supuesto vampiro. Mi cuerpo reaccionó tensándose y no pude evitar saliva instintivamente.

Ni podía dar crédito aún a que un chupasangre hubiera estado tan cerca de mí. No tenía la menor idea de que hacía por allí, salvo que estuviera buscando a alguien en concreto, pero ¿en el metro? No tenía sentido. Si quería matar a alguien, podía hacerlo en un lugar más discreto porque allí podía verlo cualquiera. Y eso no le convenía.

Por un instante, se me ocurrió la increíble hipótesis de me persiguiera. Pero deseché esa opción, era una completa estupidez. Ningún vampiro no tenía ningún motivo para perseguirme... ¿o sí? La idea de que fuera verdad me hacía estremecer.

La Cazadora de Vampiros © #TCE2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora