Capítulo 29 (2ª parte)

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Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.

La bala salió disparada a toda velocidad traspasando el aire, en dirección al ser de colmillos afilados al tiempo que Iulian se abalanzaba sobre mí y me empujaba, tirándome al suelo.

-   Cogedla –pidió Raira con voz serena, como si eso no la hubiera impactado en absoluto.

Aparté al muchacho rubio y me levanté con toda la rapidez que me fue posible de vuelta a la carga, pero no pude hacer nada. Matthew y Elleanor me agarraron uno de cada lado, sujetándome de los brazos con fuerza. Me intenté desasir, moviéndome y chillando de forma histérica pero ellos no me lo permitieron de ninguna manera.

Fijé la vista y vi que Raira me miraba impasible, la chica rubia entrecerraba los ojos y pude vislumbrar un atisbo de odio en su mirada. Presa de la rabia, le enseñé los dientes en forma de amenaza y le grité un par de improperios en ruso hasta que Iulian se puso delante de mí y tapó por completo mi campo de visión.

-   Anna, cálmate –me cogió con una mano el rostro y me apretó con fuerza mientras intentaba establecer contacto visual.

-   ¡Parad! ¡Déjame! –le grité. Luego le di un cabezazo al muchacho para que se apartara.

Y funcionó.

El muchacho lanzó un quejido de dolor mientras se llevaba una mano a la zona adolorida. Cuando se recompuso, se acercó a mí provocando que la chica y mi amigo me soltaran automáticamente. Segundos después, me cogió e hizo un extraño bloqueo con los brazos dificultándome por completo hacer un movimiento más y me arrebató el arma, tirándola a un lado.

-   ¡¿Qué haces?! –le espeté furiosa.

-   Eso debería peguntártelo yo –dijo al tiempo que me cacheaba de arriba abajo para comprobar que no llevaba más armas encima. – Está limpia.

-   ¡Es una de ellos! ¿Es que acaso no veis que es nuestra enemiga? –grité sin pensar mientras miraba a la líder de la Hermandad– ¡Hay que matarla!

-   ¿Por qué todo el mundo tiene tantos deseos de poner fin a mi vida? –su boca se curvó en una sonrisa, desprovista (para mi sorpresa) de colmillos. Estaba fingiendo que era una persona normal pero a mí no podía engañarme, yo sabía la clase de monstruo que era.

Ella se mordió los labios, hasta que no pudo más y empezó a reírse a carcajadas mientras agitaba algo entre sus manos. Ahogué un grito cuando vi que se trataba de la bala que había estado minutos antes en mi glock.

Muda de asombro, reparé en que sostenía la bala entre sus finos y delicados dedos como si fuera un objeto no letal y le dirigía una mirada propia de una desequilibrada.

No podía ser posible. ¿Había parado la bala en medio del aire?

Oí como Raira se disculpaba cortésmente a la no-muerta por mi comportamiento mientras me lanzaba una mirada de reojo. Miré a Matthew en busca de apoyo pero su mirada era impávida y no hizo ademán de hacer nada.

¿Qué estaba pasando?

-   Fuera. Ya. –ordenó Raira con un gesto impaciente.

Acto seguido, el muchacho me cogió por los hombros y me arrastró con él.  

-   ¡¿Pero qué....?! –logré decir antes de que me sacara fuera del despacho.

Al salir, moví el brazo con fuerza, soltándome de su enganche.

-   ¡¿Estás mal de la cabeza o qué te pasa?! ¿Cómo te has atrevido a hacer eso? –movió la cabeza, sin poder creerlo.

Me crucé de brazos, esperando a que me explicara que estaba pasando. Él suspiró y luego cerró los ojos un momento como si tuviera que concentrarse. Los volvió abrir al minuto.

La Cazadora de Vampiros © #TCE2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora