Capítulo 7: Vivo en Narnia y soy cazadora de sombras (editado)

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—Así, así. Ajá. ¡Oh, sí! Qué bien se siente. Más a la derecha, ahora un poquito más abajo. ¡Ahí!

 —¿Aquí?

—Sí, quédate ahí.

—¡Hola, chicos!— saludó mi eufórica madre entrando por la puerta que da al patio —Tomy ¿Qué haces aquí?

—Sara me envió a decirle a Clary algo, y yo, como soy muy buen hermano mensajero, le dije que me ofrecía a dárselo.— mamá rodó los ojos sabiendo las claras intenciones de Tom.

¿No es lindo el apodo que le puse? Tomy Tom, Tom Tomy Tom, Tomy Tom Tomy. That's so cute!

—Ajá y ¿Qué hacen?

—Le rasco la espalda a Clary.— dijo Tomy aún sin dejar de rascarme.

—Am... ¿Y eso se debe a...?— dejó la pregunta al aire para que la termináramos por ella mientras se sentaba en el sofá que quedaba de frente a nosotros.

—Le dije a Clary que ella es mi ama y yo su esclavo, que haría cualquier cosa que ella quisiera así que me pidió que le rascara la espalda porque le picaba y ella no alcanzaba a llegar con sus manos para rascarse.

—Mmhmm... eso que dijo él.— murmuré somnolientamente por la sensación tan agradable que me provocaban las manos de Tomy en mi espalda.

Dejó de rascarme para ahora darme un extremadamente agradable masaje en los hombros que me hizo perderme en el país de las maravillas con Alicia y volver de vuelta a la vida real. ¡Por Dios! Este hombre tiene manos mágicas.

—Entonces ¿Es algo así como que tú eres su sumiso y ella es tu ama?— le preguntó mi mamá a Tomy.

—Algo así.

—Entonces ¿Tú eres Anastasio Steele y ella es Cristina Grey?— ¿Qué?

Esa pregunta me hizo salir de mi ensoñación y abrir mis ojos de par en par para mirar a mi madre quien tenía una mirada burlona hacia mí. Me aparté, a regañadientes, de las magníficas manos de Tomy y me paré para defenderme.

—¿Qué? Mamá yo no me estoy acostando con Tomy.— él levantó sus hombros como diciendo "No me importa".

—Puedes si quieres. Sabes que no tengo ningún problema en entrar al cuarto rojo del dolor, señorita Parker.— me dijo con una voz seductora y me guiñó un ojo —Y menos si es usted quien me provocará tal placentero dolor.

Me senté de nuevo en el mueble, ruborizada a tal punto que miré a mi alrededor para buscar algo que tirarle. Sólo encontré un libro encima de la mesita del mueble pero igual lo tomé y se lo lancé.

Él lo esquivó y cuando cayó en el suelo se apresuró a agarrarlo para leer el título.

—Orgullo y Prejuicio. Mmm...— se puso una mano en la barbilla analizando esas simples palabras como si fueran un texto analítico que le dieron de tarea en la universidad— ¿Prefieres que sea más como el Señor Darcy? ¿Arrogante y pesimista?

—El Señor Darcy no es arrogante. Acepto que tal vez sea un poco pesimista pero eso es lo que su orgullo le hace sacar de sí. Él sólo es tímido en sacar sus sentimientos a flote.

—Es orgulloso, pesimista y arrogante.— ugh. Este hombre es terco como una mula.

De todos modos ¿De dónde aprendió tanto sobre libros? Se supone que a los hombres esta cosa del romanticismo los aburre. De seguro Sara leyó el libro y como no tenía a quién contarle su opinión se la contó a Tomy.

...

Nop, no creo. Sara no es de las de leer libros hasta el final. Ella es más de esas de las que a los 5 minutos de estar leyendo el primer capítulo se duermen o se aburren y se ponen a hacer otra cosa.

La Lista de Clary [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora