Capítulo 1: Ley #4201 (editado)

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Estaba en la cocina buscando algo de comer para alimentar al monstruo de estómago que tengo. A veces he llegado a pensar que tengo más de un estómago, cinco tal vez.

Es que sólo piénsenlo: desayunamos, almorzamos y cenamos, pero YO: desayuno; como algo en el transcurso de llegar al almuerzo; almuerzo; como una merienda en el transcurso de camino a la cena, ceno y... y... creo que después de la cena no entro más comida a mi boca porque llego cansada de la escuela y de trabajar -sí, yo trabajo en una guardería con unos pequeños demonios que me hacen la vida imposible, pero aún así los amo- y cuando entro a mi cuarto después de llegar del trabajo me tiro en la cama a desconectarme del mundo. ¡Y adiós mundo cruel! Sip, mi vida es tan estresante.

Lo único bueno de todo esto es que puedo comer 3 hamburguesas, 2 malteadas -de fresa con chocolate, preferiblemente- y 1 helado de caramelo y todavía seguir igual de flaca. Mi metabolismo es eztupendo. 

Que corrija La Real Academia de la Española, no se escribe ''estupendo'', de ahora en adelante es ''eztupendo''. Que salga a la luz el decreto #4600, ah no... eso aplica para el anuncio de ''Marlboro'' cuando dice: ''Fumar es perjudicial para la salud. Ley #4201''. Ya me tienen harta con ese anuncio, Eso vá para mi lista de ''Cosas que NO Entiendo''

- Que promocionen anuncios sobre comprar cigarrillos o bebidas alcohólicas para que después digan: ''El consumo de alcohol es perjudicial para la salud. Ley #4201". Es tan... irracional.

El sonido del timbre me desconectó de mis pensamientos, ví el reloj digital que estaba encima de la mesa de centro, marcaba las 1:03 p.m. No tengo que trabajar hasta las 2:30 y no hay escuela hasta Enero, tenemos vacaciones de invierno, así que ¿Quién podría ser?

Sara no me dijo nada de venir, además ella anda de Resort por 3 días con sus padres y mi mamá hubiera abierto la puerta con sus llaves o haciendo el mayor ruido posible, haciendo que casi todo el vecindario se diera cuenta de que había llegado. 

Me encamino hacia la puerta y cuando abro veo a Jake parado ahí con sus manos en sus bolsillos y el semblante serio.

—Clarissa... — suelta un suspiro —Tenemos que hablar.

—¿Por qué me llamas así? Sabes que odio que me digan así.— ugh, yo odio mi nombre completo porque me recuerda a la historia que me contó mi madre de cómo eligieron mi nombre. Algo muy traumante, es mejor no revivir recuerdos.

—Pero si ése es tu nombre.

—Sólo... sólo soy Clary ¿Ok? Además tú siempre me dices Ana.

—Si, como sea... vine porque necesito hablar contigo.

—Sí, ya sé. Lo dijiste antes. Habla.

—¿Ni siquiera me invitarás a pasar?— abrí la puerta un poco más y me hice a un lado para que pudiera entrar.

—Bien, ahora dime lo que me quieres decir.— esperé cruzada de brazos a que me diga ''Ana lo siento mucho, no fué mi intención pelear contigo, te amo'', yo lo perdonaría y luego nos besaríamos hasta acabar en el sofá contando historias y riéndonos.

El lunes pasé por su casa a visitarlo, fué su mamá quien me abrió la puerta -una mujer muy agradable, déjenme decirles- me dijo que Jake estaba tomando una ducha pero que podía sentarme a esperarlo. 

Ví el celular de Jake encima de la mesa y lo agarré para jugar un rato pero me encontré con un mensaje muy comprometedor que le acababa de enviar una ''amiguita'' suya, no era mi intención leerlo pero se me apareció así de la nada en la pantalla y cuando bajé para seguir leyendo más mensajes me encontré con un montón de estos, unos más comprometedores que otros, de diferentes ''amiguitas''.

Tuvimos una pelea por eso. Duramos dos días sin hablarnos y aquí estamos de nuevo, frente a frente.

—Vamos habla, no tengo todo el día.— Sí, eso. Hazte la dura Clary, me felicitó mi subconsciente.

—Quiero que terminemos.— soltó un suspiro.

—No creo qu... espera ¿Qué?— paré en seco al razonar bien lo que dijo Jake.

—Eso, lo que oíste.— pasó una mano por su cuello y se rascó la nuca —Mira Clary... yo sé que estábamos bien y todo eso hasta que lo arruiné peleando contigo y sé que me amas pero yo ya...

—No.— al fin salí de mi trance y pude articular una palabra. Una estúpida palabra que ni siquiera sé por qué la dije — No digas que te amo porque hasta ahora no me había puesto a recapacitar si de verdad lo hago.

—No tienes que mentir Clary.

—No te estoy mintiendo y desde ahora soy Clarissa para ti.

—Pero si acabas de decirme hace rato que no querías que te llamara así.— expresó él confuso.

—Si, pero para entonces no habíamos terminado.

—¿O sea que lo estás tomando bien, así a la ligera?— asentí con la cabeza —¿Nada de lágrimas, golpes o un par de puños? ¿Ni siquiera una súplica de que no te deje? — negué con la cabeza. ¿Quién se cree él para que yo tenga que estar suplicándole? —Bien, pues en ese caso creo que me voy.— dio un par de pasos a la puerta y antes de salir se giró hacia mi — ¿Estás segura de que no te desquitarás conmigo antes de irme?

—Sólo lárgate ¿Quieres?— giró el pomo de la puerta y salió por ella.

Subí a mi cuarto para buscar mi celular, marqué el numero de Sara y me llevó directo a su buzón de voz.

''Hola, estás llamando al buzón de voz de Sara, y yo soy Sara. Bueno, eso... Si no te contesto ahora es porque estoy de vacaciones por 3 días con mis padres, déjame un mensaje y cuando llegue te lo devuelvo. Bye'' Escuché el tono que indicaba para dejarle un mensaje, esperé unos segundos en silencio y luego hablé.

''Sara, soy yo...''

La Lista de Clary [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora