Capítulo 16

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Al diablo con lo que él me había pedido. Corrí para intervenir, pero me congelé incluso antes de alcanzarlos ante la mirada que esa mujer me dirigió. Casi pude sentir el clic en mi cabeza cuando todo encajó perfectamente. Casi pude escuchar la risa de Damocles junto con sus palabras, ella tenía la mirada de una madre que no quería ver a su hijo. Sentí más que nada el peso de la cinta roja atada en mi muñeca, el rojo para la buena suerte. Y, extrañamente, sentí mi propio corazón romperse como si esto también me hiciera daño a mí.

Él me había dicho que su color favorito era el rojo, porque ella siempre había sido muy supersticiosa y siempre vestía una prenda roja creyendo que era el color de la buena suerte. Me había dicho que ella había sabido de todo sobre cualquier tema, y ese era el motivo por el cual Lionel la había cogido, porque su insaciable curiosidad junto con ser la hija de un reconocido historiador la había hecho una fuente de información sobre todo. Me había dicho que había sido hermosa, y luego de haber visto a Lionel yo había pensado que él había heredado las delgadas manos de ella, o la suavidad de su mirada cuando no estaba en servicio, o la calidez de sus gestos.

La mujer partió. Y yo no me moví. Porque era incapaz de hacerlo, porque sabía lo que esto significaba entonces, porque tampoco quería creerlo. ¿Cómo era posible? Pensé en ir tras la mujer del frágil rostro y la miedosa mirada, pero ir tras uno significaría abandonar al otro. Escuché la puerta de la cabaña cerrarse cuando ella desapareció dentro y tardé unos segundos en reaccionar. Corrí tan rápido como pude para alcanzar a Jack sabiendo lo que esto significaba para él. Estaba pálido. Lucía como si fuera capaz de romperse allí mismo. Y tan pronto como estuve a su alcance, se echó sobre mí y hundió su rostro en mi hombro.

Me quedé completamente quieta, aún más cuando lo sentí temblar entre mis brazos y sus lágrimas tocar mi piel. Temía que si no lo sostenía se quebraría allí mismo. Y sentí mis propios ojos arder por más que mantuve los sentimientos a raya. No, aquí no había lugar para mí. Y era tan desesperantemente frustrante no saber qué hacer. Era tan extraño sentir su dolor como mío. ¿Cómo era eso posible? Cerré los ojos, aún dividida entre quedarme aquí con él o ir a buscarla. No era justo, a pesar de todo había comenzado como un buen día, incluso había logrado hacerlo sonreír minutos atrás y por ese efímero instante se había sentido como si no hubiera nada mal en el mundo. Pero el mundo siempre la jodía.

No, no el mundo, las personas que lo habitaban. Resultaba tan cruelmente injusto que, a pesar de todo, el sujeto malo siempre se saliera con la suya. ¿Era demasiado pedir que algo saliera bien por una vez? ¿Acaso él ya no había sufrido lo suficiente? No merecía tal rechazo, tanto daño. Tal vez, si lo abrazaba lo suficientemente fuerte, podría protegerlo de resultar herido de nuevo. Tal vez, si no lo soltaba, podría controlarme y no ir tras ella para reclamarle por algo que no me concernía.

—Lo siento —dije sin saber qué más decir.

—Él no mintió —murmuró Jack con apenas un hilo de voz—. Todo este tiempo le he creído tantas mentiras y la única verdad no le creí.

—Tiene que haber una explicación. Tú lo conoces mejor que yo, sabes de lo que es capaz, sabes lo fácil que puede intimidar a cualquiera para hacer lo que desea.

—Él no la obligó a nada. Ella no me quiere aquí —dijo Jack y se estremeció entre mis brazos—. ¿Hay algo mal conmigo, Bright? ¿Hice algo para que ella no me quisiera? ¿Es por quién es mi padre?

—Tu sangre no te define.

—Debe ser por mis ojos. Fue entonces cuando él pasó a quererme y ella se fue.

—No hay nada malo con tus ojos, Jack.

—Aún debemos interrogarla.

—No. Tú te quedas aquí, yo le preguntaré.

Romanov (Pandora #5)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora