Capítulo 5

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Subir los escalones hasta el último piso me dejó el tiempo suficiente para pensar qué haría y poner mi mente en frío. Había firmado, y había partido sin querer permanecer allí mucho tiempo más. Necesitaba un descanso, un respiro para saber lo que haría de ahora en adelante con la situación. Cuando Thomas me había sacado de clase hacía unas pocas horas jamás había imaginado que terminaría metida en algo semejante. ¡Y por supuesto que el MI6 intentaría estafarme! De este modo, ahora si sucedía algo, yo tendría que pagar. Y del mismo modo, Jack podía chantajearme para que accediera a sus demandas.

Quise golpear algo de nuevo, no podía creer que él estuviera haciendo aquello. ¿Había cometido un error al creer que a pesar de su nuevo odio hacia mí seguía siendo el mismo buen chico en el fondo? Había colaborado con el MI6 libremente, sin mentir, sin ocultar, sin molestarse en intentarlo siquiera. Todo lo que él había querido siempre había sido recuperar el puesto que había perdido cuando me había conocido. ¿Me culparía de aquello también o solo de la bala en la cabeza? Yo jamás hubiera sido capaz de traicionarlo, debería saberlo.

Pero por supuesto que no lo sabía, después de todo no recordaba. ¿Cuánto podía cambiar una persona bajo una circunstancia semejante? No quería saber la respuesta, no quería imaginar que él realmente había cambiado y ya no era el mismo. ¿Acaso no sería más doloroso ver a alguien solo para encontrarlo totalmente cambiado que jamás volverlo a ver? ¿Se habría olvidado de sus valores y todo lo que le importaba?

Llamé a la puerta una vez que llegué al último piso. Había pensado en un primer momento en llamar a Andy, pero él había dicho que luego del instituto intentaría cruzarse accidentalmente con la chica de la otra vez de nuevo y no quería molestarlo con mi situación. Además, de todos modos lo vería más tarde durante el ensayo en el teatro. Y, seguramente me arrepentiría de esto, pero al menos en este momento necesitaba un consejo de chica. Y no había otra persona a la que pudiera recurrir, no ahora ni nunca ya que podía hablar con muy pocos sobre todo lo que me sucedía. Andy podía ser mi principal confidente, pero lo cierto era que no era el único que sabía bastante de mí y sobre el cual podía hablar de mis deslices fuera de la ley.

La joven que abrió la puerta era más alta que yo, aún sin nada en los pies, y también tenía más años que yo. Era, exactamente, la imagen de una femme fatale. Hermosa y sensual, con su brillante cabello rubio prolijamente recogido y su precioso rostro completamente maquillado para acentuar sus rasgos de por si divinos. Su piel era de un suave color crema, sus ojos azules tan oscuros como la misma noche. Y había algo siempre en su expresión, como un pequeño juego de malicia y seducción siempre presente. Llevaba tan solo puesta una bata de seda negra, y no me arriesgaría a preguntarme si llevaba algo debajo también o no conociéndola como lo hacía. Diana era mejor conocida como el Chat Noir, una ladrona y falsificadora de arte y joyas reconocida a nivel mundial. Ella había pasado por cada cama importante, tanto de hombres como de mujeres, y el MI6 nunca había podido atraparla. ¿El motivo? Bueno, el motivo era uno que jamás se admitiría.

—Pequeña Emma, no te esperaba por aquí hoy ni tan temprano en todo caso —dijo ella.

Un poco de su suave acento francés siempre se notaba en su voz, solo el suficiente para hacerla irresistible. Ella puso una mano en cada uno de mis hombros y se inclinó para besar una vez cada mejilla, como siempre su piel estaba impregnada de su costoso perfume Ricci Ricci y ella tenía una gracia felina en cada movimiento. Se hizo a un lado luego de saludarme y me dejó pasar. Originalmente este piso era el ático en un viejo edificio de ladrillos que alojaba jóvenes, Diana llevaba casi medio año viviendo aquí. Meses atrás había cometido el error de intentar robar una de las piezas de la colección de arte de Lionel, ella había sido atrapada y la hubieran matado si Jack no la hubiera ayudado a escapar y le hubiera prometido protección a cambio de un favor. Pero, cuando Lionel había intentado matarlo (sin éxito, ahora sabía), Diana había quedado completamente desprotegida y alguien había tenido que hacerse cargo de aquello.

Romanov (Pandora #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora