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POV Omnisciente

Otro día más en la compañía "Kindred Spirits" y otro día más soportando a su jefe, que por cierto todavía no llegaba para su buena suerte. Lo primero que no entendía era porqué había aceptado el trabajo en aquél lugar, si desde el primer día sabía como era su jefe, pero era obvio que necesitaba dinero y la paga ahí no era mala realmente, pero aquello en realidad compensaba soportar a Jaime?

Por mientras que el señor Navarro todavía no llegaba, comenzó a trabajar, viendo si su "querido" jefe tenía alguna reunión importante aquél día para luego ver algunas cosas de la empresa. Pasaron varios minutos cuando el ascensor paró en aquél piso y supo de inmediato quién era el que salió de este.

Jaime se acercó a él con una sonrisa coqueta y se apoyó un poco en el escritorio del moreno.

-Hola cariño, tienes algo bueno para mí? Además de ti, claro.-Dijo el señor Navarro todavía con aquella sonrisa mientras lo observaba.

-Tiene una reunión con el señor Gaete.-Respondió el secretario del enojón ignorando completamente el resto que había dicho este.

-Eso no más?.-Preguntó Jaime tomándose una pausa para luego seguir hablando.-Por qué no mejoramos este día y salimos los dos después del trabajo?

-Tengo cosas que hacer.-Contestó Nicolás en un tono serio y mirándolo por un par de segundos para después mirar su Notebook.

-Cómo qué? No me digas que tienes otra cita.-Dijo el enojón, teniendo un amargo sabor en la boca al decir aquellas últimas palabras.

-No le debe importar lo que hago o no después de trabajo.-Dijo el moreno no diciendo nada al respecto.

-Vamos Nicolás! Te prometo que la pasarás bien.-Dijo su jefe con una ligera sonrisa.

-Siendo sincero, solo al sentir su presencia hace que no la esté pasando bien.-Dijo el pequeño moreno siendo completamente directo con Jaime.

Este último dejó de apoyarse en el escritorio de Nicolás y tenía un rostro neutro. El moreno lo miró y frunció el ceño, qué seguía haciendo su jefe ahí?

-Bien, cualquier cosa, sabes que estaré en mi oficina para ti.-Dijo el señor Navarro sin aquella sonrisa y hasta algo más desanimado.

Nicolás vio como su jefe entró a su oficina y era obvio que a este le había pasado algo. Acaso lo había herido? No podía ser, sí es obvio que Jaime estaba solo molestándolo.

El moreno suspiró y siguió trabajando mientras se colocaba sus audífonos y escuchaba música. Lo primero que escuchó, fue una canción de Coldplay que lo calmó de inmediato.

En realidad no tenía tanto trabajo, habían días bastantes tranquilos donde solo escuchaba música y dibujaba mientras esperaba que su jefe lo llamará o empezará a molestarlo como ya era rutina.

Así pasaron dos horas hasta que alguien salió del ascensor, haciendo que supiera de inmediato que Jaime había dejado pasar a aquella persona. Para subir a aquél piso, necesitaban una tarjeta (que en realidad solo Jaime y Nicolás tenían) o dejar que la otra persona pasara con un botón que también tenían nuestros protagonistas en sus escritorios.

El moreno y el enojón tenían interfonos para saber quienes eran los que estaban en el ascensor y que tan importante era el asunto, para luego solo ver si dejarlos pasar o no.

Edgar salió del ascensor y le sonrió a Nicolás.

-Hola Nico, cómo estás?.-Preguntó el señor Gaete con aquella sonrisa mientras tenía una carpeta en su mano.

-Bien pero algo cansado en realidad.-Respondió el secretario de Jaime siendo sincero y amable con este.-Y usted señor?

-Usted? Tutéame Nico.-Dijo Edgar con una pequeña risa.-Es como si fuera un viejo cada vez que dices señor.

-Bien, cómo estás tú, Edgar?.-Preguntó Nicolás sonriéndole mientras seguía escuchando música.

-Muy bien en realidad, tenía que hablar unas cosas con Jaime.-Dijo el ruloso bastante cómodo hablando con Nicolás.

-Y tienes que hablar conmigo, ahora.-Dijo el recién nombrado con un tono serio mientras observaba aquella escena.

-Sí, altiro voy Jaime...

-No tengo todo el tiempo del mundo, Gaete, tengo cosas más importantes que hacer.-Dijo el señor Navarro interrumpiendolo, causando que Edgar suspirara y asintiera.

-Nos vemos después Nico.-Dijo Edgar para luego entrar a la oficina de Jaime para que después este la cerrara fuertemente, casi como si estuviera enojado.

Aquello era una de las cosas que no soportaba de su jefe, qué le costaba ser amable con otras personas? Además Edgar es muy amable y simpático a diferencia de Jaime.

Después de aquello, el moreno se concentró en su Notebook para luego darse cuenta que ya había terminado todo por ese día. De verdad que su trabajo no era para nada difícil. Así que por mientras, sacó su celular y comenzó a jugar mientras esperaba que Edgar saliera, a ver si podían hablar un rato más para no aburrirse en realidad.

No tenía con quien conversar ya que los únicos en aquél piso eran Jaime y él, y sinceramente no quería hablar con su jefe, no soportaría que este lo molestara.

Pasaron varios minutos mientras jugaba y cambiaba de canción cuando finalmente el ruloso salió de la oficina de Jaime completamente serio.

-Qué pasó Edgar?.-Preguntó el secretario de Jaime algo preocupado por el recién nombrado.

-Nada importante.-Dijo el anteriormente nombrado con una pausa y acercándose un poco a Nicolás solo para que este escuchara.-Creo que le gustas.

-De qué hablas? A quién le gusto?.-Preguntó Nicolás completamente confundido y sin ni siquiera tener idea de lo que estaba hablando su amigo.

-A Jaime.-Dijo el señor Gaete casi en un susurro, como si fuera lo más importante en el mundo. Aquello hizo que Nicolás se tensara de inmediato.

-Edgar, no me gustan este tipo de bromas, suficiente con Jaime y...

-No estoy bromeando, estoy completamente seguro de que le gustas.-Dijo Edgar interrumpiéndolo mientras lo miraba fijamente a los ojos, para que le creyera.

-Creo que estas algo confundido Edgar.-Dijo el moreno con el ceño fruncido, negándose completamente a creer aquello que le decía su amigo.

-Bien, no me creas, ya te darás cuenta.-Dijo el ruloso sin decir nada más para luego solo irse, causando que Nicolás quisiera saber que había pasado ahí dentro.

Era obvio que Jaime había comprado algún material insonoro para que nadie pudiera escuchar lo que pasaba en su oficina, causando que tuviera mucha privacidad.

Boss (Jainico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora