VEINTINUEVE

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—Caitlyn estaba en la casa ayer, los chicos han dejado de tolerarla por su actitud... —suspiró.

—¿Entonces? —le incité a continuar.

—Ella me besó. 

No dije nada, aquellas palabras estaban pasando poco a poco por mi mente. Me bajé de sus piernas despacio.

—Quiero explicártelo... ¿Sí? 

Asentí, con pocas ganas... Mirando a todos lados menos su cara. 

—Yo estaba en el celular, y ella me lo quitó y cuando intenté tomarlo me besó... La detuve pero luego empezó a llorar y volvió a besarme y...

—¿La dejaste? —pregunté, en un hilo de voz sintiendo las lágrimas en mis mejillas... 

—Lo siento tanto mi reina, no fue mi intención en serio... —sus ojos se veían tristes, pero mi corazón se sentía traicionado.

"Joel... Quiero que te vayas" quería gritarle aquellas palabras, pero no podía... El nudo en mi garganta era más fuerte que mis deseos de estar sola en estos momentos.

—¿La dejaste? —volví a preguntar, las palabras entre cortadas, mis mejillas bañadas en lágrimas.

—No tuve fuerza de voluntad para pararla... —admitió finalmente.

—Ustedes eran como hermanos... No entiendo—murmuré, dejando las lágrimas como sí mis ojos fueran una fuente. 

—Nunca te dije nuestra historia. —murmuró, ¿entonces había más? —Fuimos novios, pero nunca funcionó... Nunca pensé que ella aún me quisiera en esa forma. —Todo tenía más sentido ahora.

—Vete por favor, Joel... Vete. —corrí hacía el baño, cualquier lugar lejos de él.

Escuché sus pasos detrás de mí, pero luego se alejaron. Quería estar sola, no quería verlo, no quería escucharlo, no quería ni pensar en él pero esto último era imposible. Había confiado en él, le había entregado mi corazón. Me sentía peor que la última vez que cargué con un corazón roto. 

Sentía los minutos pasar como horas, mientras más intentaba recuperarme, más me dolía. Unos sutiles golpes hicieron eco en el baño me arrastré como pude para sacarle el seguro a la puerta y darle paso a quien sea. 

—¿Te sientes mejor? —preguntó Sasha, la miré... Su rostro mostraba tristeza, no respondí pero eso fue suficiente respuesta. —Mamá quiere que vayascon ella. —asentí. 

—Gracias. —susurré, suspirando. 

Me levanté evitando la ayuda de mi hermana, caminé sin ánimos a la habitación de Mamá, ella reposaba tranquila mientras veía TV... Era todo lo que hacía últimamente.  

—Ven aquí. —extendió su mano a su lado, indicando que me acostara allí.

—Quiero estar sola. —admití. 

—No quiero que hables si no quieres, solo déjame abrazarte, tesoro. —pidió extendiendo los brazos. 

Acepté su propuesta y me acosté a su lado, ella no podía moverse tanto así que hice lo posible para envolverme en su brazo. Sentí las lágrimas bajar por mi mejilla otra vez, era imposible pararlas ahora. Escondí mi rostro con cuidado en el delicado torso de Mamá.

***

Desperté con el peor dolor de cabeza de mi vida, me había dormido llorando y despertado sin ganas de realmente estar despertar. Hoy iría al médico para mi confirmar mi estado, iría sola... Quería estar sola. Revisé la hora y aún era temprano, quizás todos dormían aún pero yo me alistaría e iría por mi confirmación.

Tu luz (Joel Pimentel, CNCO). >EN EDICIÓN<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora