DIECINUEVE

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—Mamá, no encuentro mi toalla... No me puedo ir de viaje sin una toalla propia, ¿y si la de los hoteles tienen bichos? —pregunté empacando lo esencial, ya tenía mucha ropa en la maleta... No sabía cuantos días estaría fuera así que llevaba suficiente ropa, ropa interior, pijamas, accesorios, y todo lo que consideraba necesario para mi higiene personal.

—Deberías concentrarte en llevarte protección. —dijo Mamá atrevidamente.

—¡MAMÁ! —exclamé, sonrojándome.

—¿Qué?, Tuve tu edad. —Respondió sin importancia alzando los hombros.

—Calla, por favor.

—¿Llevas dinero?, ¿llevas suficiente ropa interior?, ¿llevas lo que necesitas para tu periodo?, ¿No te falta nada?, ¿Cuándo se van? —preguntó, al parecer estaba más emocionada que yo.

—Dinero, Sí. Ropa interior, Si. Periodo, Sí. Nos vamos esta noche. Iré con los chicos desde que termine de empacar. —informé.

—Ya cásense. —resopló.

—¿Eres mi madre o una amiga de esas? —pregunté irónica.

—Puede que ambas. —murmuró.

***

Los chicos llevaban su equipaje de un lado a otro, o —Como Chris— jugaban con sus cosas, o hacían bromas. Joel estaba atento a mí, pero su celular tenía más atención que yo. Aquello encendía un poco de celos en mi interior pero me distraía acompañando a Chris en sus travesuras.

—Toma. —Chris me pasó una Oreo rellena de pasta de Diente, junto con una normal... Debía saber asqueroso. —Este es el plan, te comes esa Oreo delante de Renato, yo le daré la que tiene dentífrico y veremos... Somos unos genios. 

—No sé... ¿Y si se enoja? —pregunté dudosa pasándole la Oreo Dentífrica.

—No, tranquila. —aseguró sonriendo. 

Caminamos a paso lento hacía donde se encontraba Renato, junto a él estaban Erick y Richard... ¿Dónde se metió mi novio ahora? Ni idea. ¿Y Zabdiel? A lo mejor estaban juntos. Me acerqué a Erick y le susurré lo que Chris iba a hacer.

—¿Quién Quiere Oreo? —Pregunté, ayudando un poco a Chris.

—Dame, me gustan. —dijo Renato, por un segundo me sentí culpable... Hasta que Chris le pasó la Oreo y la expresión de Renato al meterla en su boca fue épica.  —¡Carajo! —exclamó escupiendo. —Esto sabe asqueroso. 

—Manín, tu sí inventas. —Apoyó Erick entre risas, Richard tampoco se contuvo y explotó en una carcajada.

—La guerra que tú mismo creaste. —se burló Richard hacía Renato.

—¿Zaphir? —Escuché la voz de Joel abrirse paso entre las risas de los chicos, volteé tan rápido que mi cuello se quejó...

—¿Qué pasó? —pregunté, dirigiéndome hacía él mientras masajeaba mi -ahora- adolorido cuello. 

—Muñeca, voy a salir un momento... Para que sepas y te quedes con los chicos para que no te aburras. —informó, besando mi frente.

—¿A dónde vas? —pregunté curiosa, pero debía admitir que algo en mi se marchitó al saber que no me incluía en sus planes. 

—No te preocupes. —chocó sus labios con los míos, buena forma de persuadirme. 

Se retiró mucho antes de que yo pudiera seguir insistiendo... Aún no le había preguntado sobre la chica de los mensajes, pero no lo tomaría a mal... No debía tomarlo a mal.

Tu luz (Joel Pimentel, CNCO). >EN EDICIÓN<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora